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Historia Monetaria

Falsificación Monetaria

Autor:Javier Torres Medina

Colaboración inscrita en el proyecto PAPIIT IG400222 “Gestión política de la moneda: procesos locales y transiciones globales, siglos XVIII-XX”

La falsificación en su definición general es lo que es fingido o simulado, un argumento contrario a la verdad. Es lo que dice una persona que miente o que no manifiesta lo que realmente piensa o siente, según el Diccionario de la RAE. En relación a los objetos, son los que se hacen imitando otro que es legítimo o auténtico, normalmente con intención delictiva. Así, elaborar o fabricar algo falso es algo ilegítimo y que puede ser ilícito por el sentido que tiene de engañar.

La falsificación monetaria implica a quien produzca, almacene, distribuya o introduzca al territorio nacional, cualquier documento o pieza que contenga imágenes u otros elementos utilizados en las monedas circulantes, y que por ello resulten idóneos para engañar al público, por ser confundibles con monedas. La falsificación se relacionaba con la acción de contrahacer, adulterar o corromper alguna cosa, entre estas la moneda, esto según el Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia de Joaquín Escriche (1851, p.673).

Casasola (1930) Monedas mexicanas falsas. Ciudad de México: Colección archivo Casasola – Fototeca nacional.

De manera específica, la falsificación monetaria es duplicar este objeto cualquiera que sea su base material, es hacer una copia sin la validez del circulante oficial elaborado en las instituciones del Estado, lo cual se considera un “crimen económico” que además de atentar contra la autoridad, afecta seriamente la economía, por lo que se va a perseguir como un acto de alta criminalidad y que a lo largo de la historia ha tenido diferentes connotaciones. 

De hecho, “…desde que existe moneda circulante se han producido falsificaciones de las misma” y, desde que el dinero existe, se ha intentado imitarlo o adulterarlo a fin de sacar provecho económico con esta actividad como sostiene el experto numismático Wayne Sayles según Diego Alejadro Álvarez (2017, p. 35). La falsificación también es un ardid, es el empleo de tretas, astucias y artimañas para simular un hecho verdadero, mientras que el engaño es la falta de verdad en lo que se dice, se piensa o se hace creer. Ambos son equiparados por la ley puesto que producen sobre la víctima la estafa.

Por otra parte, las alteraciones como el cizallar la moneda, alterar su sustento material, cambiar plata por otros metales no preciosos como cobre o plomo; alterar su valor facial y alterar rasgos del diseño como firmas y logos en papel moneda, entraban en el ámbito del fraude. Aunque la falsificación y el fraude van unidos es necesario diferenciar la falsificación de moneda de la práctica de disminuir la cantidad de metal precioso en su fabricación. Esto último se consideraba un “envilecimiento” de la moneda que hacía que disminuyera su valor real, lo cual constituía un fraude y se perseguía como tal. Lo interesante es que muchas veces era una medida “oficial” ya que fue practicado por monarcas y gobernantes para hacer “ajustes necesarios” en la moneda, el objetivo era cubrir un déficit en las arcas, lo cual no dejaba de ser percibido como una estafa fraguada desde el poder que le causaba al súbdito o ciudadano un perjuicio patrimonial. La falsificación, por ende, redunda en un fraude, sobre todo cuando se lleva a cabo por particulares que no tienen la potestad de acuñación, lo cual se castigaba con penas graves y hasta con la muerte.

Casasola (1935; 1940) Moneda falsa de un peso. Ciudad de México: Colección archivo Casasola – Fototeca nacional.

Es importante hacer otra distinción y precisión. La moneda falsa puede ser aquella moneda copiada de la auténtica, hecha en la época para usarse en los circuitos monetarios, pero también comprende aquellas monedas que copian contemporáneamente a las monedas del pasado. Entran en esta denominación no solamente aquellas fabricadas por “falsearios”, falsarios o monederos falsos con fines de lucro para confundirlas con las legítimas en circulación, sino también los falsificadores modernos que buscan engañar a los coleccionistas. La falsificación de moneda antigua no pretende generar una estafa al Estado, sino al mercado numismático, por ello no se debe confundir la moneda “falsa” con la moneda “falsificada”, pues la primera es una copia para usarse como dinero y en la segunda se copia la moneda para hacer una réplica igual para venderse y comprarse como objeto y mercancía. Se pueden agrupar las monedas falsas en dos divisiones: la primera, aquella fabricada en su momento para hacerla pasar como legal, la cual posee un interés numismático e histórico; la segunda, aquella que está destinada a engañar pues se fabrica como imitación de las monedas antiguas que son muy buscadas y apreciadas (véase https://www.bolivian.com/cnm/mfalsif.html).

Si la falsificación de moneda circulante es masiva provoca efectos perniciosos en la economía pues afecta a la Hacienda pública, daña a la sociedad en general y a los bienes de la nación, pues el aumento en la oferta monetaria impacta el nivel de precios de las mercancías, provocando el encarecimiento del costo de la vida. Eventualmente este tipo de situaciones se dieron y en algunos casos se agravó cuando ocurrió a la par de crisis políticas como sucedió durante la primera mitad del siglo XIX mexicano, entre 1835 y 1842, cuando se masificó la falsificación de moneda de cobre (Torres Medina, 1998). Por una parte, la falsificación y el fraude eran propiciados por prácticas de corrupción que se enquistaron en huecos jurídicos e institucionales, producto de una debilidad crónica del Estado y, por otra parte, la abundancia de monedas falsas en circulación provocó el fenómeno de la llamada Ley de Gresham, es decir, una situación en donde la moneda mala comenzó a sustituir a la moneda buena en la circulación.

Javier de Santiago Fernández lo ha estudiado para el caso de la España de los Austrias y advierte que la falsificación de moneda de vellón fue un problema grave y muy abundante que se evidencia en las leyes emitidas por Felipe IV en 1658 y 1660 contra los que “falsearen la moneda en cualquier modo, y de los que la metieren en estos reinos…”. Afirma que el origen del mal eran las medidas inflacionarias de la moneda de vellón que, por tener un cuño tan sencillo, era más fácil de ser falsificado (Fernández, 2006-2007).

Tenemos un caso extraordinario de alteración de moneda en el Potosí en el Alto Perú. La reducción de la ley y el envilecimiento de la moneda fue muy notorio ya que en los mercados internacionales el real de a ocho con marca de esa ceca se aceptaba con un descuento, lo cual tuvo efectos en los precios, en la balanza comercial y mermó el prestigio de las demás monedas coloniales que eran conocidas como spanish dollar o spanish peso. (Caparossi, 2006-2007)

Para el caso de México la falsificación de monedas no había sido tan abundante ni había sido un problema considerable durante el virreinato, caso contrario al de la Península, en donde se castigaba con pena de muerte. (Lluis y Navas, 1953; Alfaro de la Hoz, 2012). Su incremento y visibilidad se dio durante las primeras décadas del siglo XIX llegando incluso a provocar revueltas y motines, por lo que se castigó como delito grave, rayando en “lesa nación” ya que afectaba al Estado en uno de sus aspectos más representativos, a saber, la soberanía monetaria dada por el control de la emisión.

A partir de los años treinta del siglo XIX en varias ciudades del país empezaron a proliferar pequeños obrajes y talleres donde se acuñaban monedas falsas. Algunos estaban bien montados con las herramientas e insumos necesarios, cuyos dueños eran ricos comerciantes y empresarios que se dedicaban a prácticas financieras con el gobierno por lo que fueron conocidos como “agiotistas”. De este modo, su posición les permitió aprovechar las posibilidades del negocio de fabricar moneda falsa por lo que se les comenzó a llamar “monederos falsos”. Este “negocio” no hubiera sido posible sin el contubernio de políticos y militares, que aprovechando la debilidad institucional del Estado crearon redes de corrupción institucionalizada, ello al amparo de redes, grupos organizados y colusión de autoridades políticas y militares de alto rango. Sin estas redes hubiera sido muy difícil falsificar y poner a circular la moneda falsa pues incluso está documentado el uso de maquinaria traída de Europa y Estados Unidos para su acuñación.

Para 1835 era evidente la gran cantidad de cobre acuñado tanto de manera oficial como falso. Poco a poco se fue devaluando con todo lo que ello implicó: alza generalizada de precios, escasez y acaparamiento de alimentos básicos. En varias ciudades del país se registraron motines, saqueos de pulperías, molinos y panaderías. En Celaya, León, Guanajuato, Morelia, Zacatecas y Querétaro se registraron tumultos porque no se aceptaba el pago con moneda de cobre y por el alza de precios. En el Zócalo de la ciudad de México una muchedumbre gritaba “¡Mueras al Congreso y al Gobierno!” en las mismas puertas del Palacio. A los diputados en sesión parlamentaria les arrojaron las devaluadas y falsas cuartillas de cobre. Un piquete de soldados salió y disparó contra los manifestantes. La turba enardecida corrió por las calles rompiendo cuanto había a su paso y asaltando cuanto negocio, tienda, panadería o molino se encontraba a su paso. En las calles de Plateros, en la que se hallaban casas clandestinas de cambio de moneda falsa así como joyerías y tiendas de lujo, los amotinados rompieron varias vidrieras y escaparates, una de ellas fue la tienda de artículos importados “El Tocador de las Damas” y la pastelería “El Globo” propiedad de súbditos franceses. El reclamo de indemnizaciones creció hasta convertirse en un problema diplomático con el consiguiente bloqueo por una flota francesa del puerto de Veracruz por más de ochos meses.

Para solucionar el problema, el gobierno creó un banco encargado de la amortización de la moneda de cobre, el cual resolvió recoger todo el circulante cuprífero sin distinción del falso o del legal. Su papel fue cambiarlo a los tenedores en moneda nueva de cobre y plata. Esto implicó costos, por lo que se enajenaron bienes nacionales, rentas y aduanas a particulares, algunos de los cuales eran monederos falsos (Torres Medina, 1998). Por la tardía emisión de papel moneda no hubo casos de falsificación notables, sino hasta 1934, cuando se detectó en la Ciudad de México la circulación de una considerable cantidad de billetes falsos de pesos y dólares. Después de una serie de investigaciones, fue detenido el falsificador de fama internacional Alfredo Héctor Donadieu, alias “Enrico Sampietro”, quien poseía extraordinarias habilidades artísticas para reproducir billetes (Turrent, 2015, vol. IV, pp. 136-144).

Casasola (1915) Incineración de monedas falsas. Ciudad de México: Colección archivo Casasola – Fototeca nacional. 

Actualmente, la falsificación sigue siendo un problema por lo que se busca mejorar diseños y formatos “infalsificables”: sellos, huellas y marcas que hagan más difícil su duplicidad y falsificación. Prácticamente la falsificación de monedas en metal ha desaparecido por no ser rentable ya que el costo de fabricación de moneda resultaría incluso más caro, aunque si hay duplicación y copia de monedas antiguas. A pesar de que los gobiernos invierten más en sofisticar sus elementos de seguridad, actualmente, se sigue falsificando papel moneda de manera profusa, aunque controlada. 

Banco de México (2015) Billete falso de 50 pesos elaborado por Enrico Sampietro. Historia de la falsificación de moneda en México. México: Banxico.

            Con el surgimiento de las monedas virtuales y criptomonedas se han puesto en marcha nuevos sistemas y códigos de seguridad, por lo que se afirma que no se pueden copiar archivos digitales y por lo tanto no puede haber monedas virtuales falsas, dado que las blockchain están abiertas mostrando todas las transacciones hechas con estas monedas además de que están encriptadas y sería imposible hacer una transacción con una bitcoin falsa. Sin embargo, el que no se puedan falsificar, no implica que no se puedan hacer fraudes con ellas.

Banco de México (2020) Resúmen de elementos de seguridad. Elementos de seguridad en billetes de las familias F y G. México: Banxico.

Banco de México (2020) Verificación con lupa o lente de aumento: Textos microimpresos. Elementos de seguridad en billetes de las familias F y G. México: Banxico.

Palabras relacionadas: economía, Dinero, monedas y Moneda; sistema monetario, depreciación monetaria.

Vínculos de interés:

Elementos de seguridad en los billetes:

http://educa.banxico.org.mx/infografias_y_fichas/billetes_caracteristicas/elementos-seguridad-billetes-.html#

¿Cuántos billetes falsos hay en México?

https://criteriohidalgo.com/noticias/cuantos-billetes-falsos-hay-en-mexico

La ley de Gresham, la inflación y la usura en Don Quijote de la Mancha:

Bibliografía

Alfaro de la Hoz, Pablo (2012), “Falsificación y delito monetario en la Monarquía Hispánica del siglo XVII”, en María Teresa Muñoz Serrulla (Coord.), Estudios de Historia Monetaria (II), Ab initio, Núm. Extraordinario 2, pp. 155-187, disponible en www.ab-initio.es

Álvarez, Diego Alejandro (2017), “Las falsificaciones modernas de monedas antiguas como objeto de estudio de la criminalística: Análisis forense y numismático de un denario de Severo, en Minerva. Saber, Arte y Técnica, vol.2, pp. 34-58. Disponible en: https://adncriminalistica.com/wp-content/uploads/2019/03/Las_falsifcaciones_modernas_de_monedas_antiguas_criminalistica.pdf

Caporossi, Olivier (2006-2007), “La falsificación de moneda en la América Hispana a mediados del siglo XVII: entre reformación administrativa y represión judicial”, en Anuario Americanista Europeo, núm.4-5, pp. 65-82. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3152347

Escriche, Joaquín (1851), Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, París, Librería de Rosa Bouret. Disponible en: http://ru.juridicas.unam.mx/xmlui/handle/123456789/9337

Fernández, Javier de Santiago (2006-2007), “El fraude monetario y la expansión de la plata americana en época de los Austrias” en Anuario Americanista Europeo, núm. 4-5, pp. 47-64. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3152097

Lluis y Navas, Jaime (1953) “La represión de la falsificación de la moneda en tiempos de los reyes católicos” en Nvmisma, núm. 7, pp. 81-99.

Torres Medina, Javier (1998), “La ronda de los monederos falsos”, en Covarrubias, Enrique y José AntonioBátiz (coords.), La moneda en México, México, Instituto Mora, El Colegio de Michoacán, El Colegio de México, Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM, pp. 107-130.

Turrent, Eduardo (2015), Historia  del Banco  de México. Banco  central  heterodoxo, Vol. IV, México, Banco de México. Obra completa disponible en: https://www.banxico.org.mx/elib/hbm/default.html

Acerca del autor

Javier Torres Medina

Estudió la licenciatura en Historia en la FES Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Maestría en Historia de México por la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Doctor y maestro en Historia por El Colegio de México. Es especialista en temas de historia económica de México durante los siglos XVIII y XIX, especialmente en aspectos monetarios y fiscales. Imparte cursos y seminarios sobre Historia Económica y Social del siglo XIX en la UNAM-FES Acatlán. Ha publicado diversos textos académicos y de divulgación sobre el tema y recientemente se publicó el libro La consumación de la independencia en Querétaro. El “abrazo de San Juan del Río”, publicado por el gobierno municipal.  

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