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Historia Laboral y de la Empresa

Monopolio

Autor:Juan Carlos Morales Soto

En la obra La Política, escrita en el siglo IV antes de nuestra era, el filósofo griego Aristóteles hace uso de la palabra monopolio: μονοπώλιον (monopṓlion) que viene de μονο (mono o uno), y πωλεῖν (pōleîn) que significa vender. Al reunir estas raíces la palabra significa “un solo vendedor”. La primera vez que Aristóteles utiliza el término monopolio es en el párrafo donde cuenta el origen de la fortuna del filósofo Tales de Mileto (De Roover, 1987, pp. 169-170). Existen dudas en cuanto al significado que Aristóteles dio a la palabra monopolio, ya que en su etimología tradicional se alude a un solo vendedor, mientras que Tales de Mileto actuó más bien como un solo subarrendador, por lo que aquel no la empleó de manera apropiada en su interpretación tradicional.

Dominio público, Tales de Mileto (c. 624 a. C.-ibid., c. 546 a. C.)

Los filósofos escolásticos que hicieron contribuciones importantes a la economía como disciplina, quienes se preocuparon por los problemas económicos desde un punto de vista ético y legal, también expusieron argumentos en contra de las prácticas monopólicas. Durante la llamada Edad Media estas eran consideradas malvadas e injustas, al considerar que los monopolistas vendían los bienes a un precio mayor de lo que realmente valían, lo cual iba en contra del principio de la igualdad absoluta. Cualquier forma de abuso se contraponía a la idea de caridad, por ello, los monopolios iban en contra del bienestar general pues reducían la cantidad de mercancías y creaban una escasez artificial. Tomás de Aquino (1225-1274) consideraba que el monopolista no era un comerciante honesto ya que perseguía ganancias exclusivas en perjuicio del interés general (De Roover, 1987, pp. 175-177). Nicole Oresme, escolástico y proto economista francés (1323-1382) denunció cualquier tipo de monopolio sobre bienes necesarios para la vida, sean estos públicos o privados. San Antonino (1389-1459) se opuso a cualquier forma de monopolio que tuviera como propósito el de asegurar mayores utilidades y precios más elevados. Todas estas teorías escolásticas influyeron en la política económica y posteriores legislaciones hasta entrado el siglo XVII.

ALEC (2017) Monopoly. Graffiti callejero.

La definición de monopolio fue entendida como la de un solo vendedor hasta antes de la llamada revolución industrial británica a mediados del siglo XVIII. Desde el punto de vista económico la definición más certera sería la de un solo comerciante aunque algunos economistas prefieren usar la de un solo oferente. Sin embargo, esta última definición puede resultar limitada, mientras que la del comerciante abarcaría tanto el lado de la demanda como de la oferta (Valdés Prieto, 2004, pp. 285-289).

La economía clásica toma su principal idea sobre el monopolio de Adam Smith, quien escribió que los monopolistas, manteniendo siempre bajas las disponibilidades de sus productos en el mercado, y no satisfaciendo jamás la demanda efectiva, venden sus géneros a un precio mucho más alto que el natural, y elevan por encima de la tasa natural sus ganancias. El precio de monopolio es, en todo momento, el más alto que se puede obtener. Por el contrario, el precio natural o de libre competencia será siempre el más bajo. Siguiendo a los escolásticos, Smith agrega que el monopolio, por otra parte, es uno de los peores enemigos de una buena gestión, pues esta sólo puede lograrse en un país por medio de la libre competencia (Smith, 1958, pp. 60, 143). Para el filósofo escocés el monopolio degrada todas las prácticas capitalistas, ya que los monopolios que las metrópolis establecieron en sus colonias, al excluir a otras naciones europeas de cualquier tipo de comercio con estas últimas o viceversa se revuelven contra el país que los adopta, al verse sus ciudadanos excluidos de cualquier inversión, y obligarlos a comprar mercancías a un precio más alto al no existir un comercio libre para todos (Smith, 1958, pp. 560-561).

El concepto que Smith acuñó de la “mano invisible” hace referencia a la libre competencia la cual lleva a una mejor asignación de los recursos hacia un beneficio común, la riqueza de una sociedad se encuentra en la senda de la libertad dentro de la actividad productiva. Conceder monopolios en el mercado doméstico a cualquier especie de industria se traduce en una medida inocua o en una regulación perjudicial (Smith, 1958, p. 402). David Ricardo, otro representante del pensamiento clásico, señala que cuando un bien alcanza precio de monopolio se encuentra al precio más alto al que los consumidores estarían dispuestos a comprarlo. Los bienes se sitúan solamente en este precio cuando su cantidad no puede ser aumentada por ningún arbitrio, como el vino, o las obras de arte cuya producción es muy limitada, por lo que su oferta es rígida. El precio de monopolio no debería darse en artículos de uso común, por lo que concluye que el valor de un bien que tiene un precio de monopolio no está regulado por su costo de producción (Ricardo, 1959, pp. 187-189).

Progresive Party (1907) Póster para las elecciones del consejo del Condado de Lancashire. Inglaterra: The tribune. La ilustración muestra una mujer atendiendo a la puerta a un hombre titulado “partido moderado”. Mientras hablan, dos hombres “Dividendos” y “Monopolio privado” entran a su casa por la ventana. En la parte inferior pone “Vota por los progresistas”

En los primeros momentos de la industrialización existió un periodo de competencia entre capitales individuales desvinculados entre, el monopolio de producción se dio como un suceso inherente a la existencia de una economía de mercado. Los rasgos característicos de cualquier monopolio son: a) el control exclusivo de una parte significativa de los bienes de producción; b) la fijación de precios independientemente de las condiciones de mercado; c) la consiguiente obtención de ganancias extraordinarias (Maya, 1983, pp. 193-194). Ni Marx ni Engels pudieron escribir ampliamente sobre el paso del capitalismo a su fase monopolista, dado que fallecieron cuando este se estaba consolidando. Pero ambos, con base en su análisis científico del capitalismo de libre competencia, lo previeron y señalaron algunas de las condiciones generales que regirían esta transformación.

En su escrito Miseria de la Filosofía, publicado en 1847, Marx ya hablaba de la competencia y el monopolio, mostrándose en desacuerdo con Proudhon; allí señala que la competencia fue engendrada por el monopolio feudal, además, primitivamente, la competencia ha sido lo contrario del monopolio, por lo que el monopolio moderno es la verdadera síntesis de la competencia. Entonces presenta los tres elementos que considera como la dialéctica del monopolio: la tesis (el monopolio feudal es anterior a la competencia), la antítesis del monopolio (la competencia) y la síntesis (el monopolio moderno, que es la negación del monopolio feudal por cuanto presupone el régimen de la competencia, y la negación de la competencia por cuanto es monopolio). Y más adelante concluye:

“En la vida práctica encontramos no solamente la competencia, el monopolio y el antagonismo entre la una y el otro, sino también su síntesis, que no es una fórmula, sino un movimiento. El monopolio engendra la competencia, la competencia engendra el monopolio. Los monopolistas compiten entre sí, los competidores pasan a ser monopolistas. Si los monopolistas restringen la competencia entre ellos por medio de asociaciones parciales, se acentúa la competencia entre los obreros; y cuanto más crece la masa de proletarios frente a los monopolistas de una nación, tanto más desenfrenada se hace la competencia entre los monopolistas de las diferentes naciones. La síntesis consiste en que el monopolio no puede mantenerse sino librando continuamente la lucha de la competencia” (Marx, 1987, pp. 96-102).

Poco después, en el tomo I de El Capital, publicado en 1867, sostiene que en este proceso, además, hay que diferenciar entre acumulación, concentración y centralización del capital: “No se trata de una simple concentración, idéntica a la acumulación de los medios de producción. Se trata de la concentración de los capitales ya existentes… de la expropiación de unos capitalistas por otros, de la aglutinación de muchos capitales pequeños para formar unos capitales grandes… Se trata de una verdadera centralización, que no debe confundirse con la acumulación y la concentración (Marx, 1999 [1867], p. 529). En 1894 Friedrich Engels, al comentar la obra póstuma de Marx, sostiene que “la libertad de competencia, tan ensalzada desde antiguo, ya agotó sus argumentos y debe anunciar ella misma su manifiesta y escandalosa bancarrota. Y lo hace por el procedimiento de que en todos los países, los grandes industriales de un ramo determinado se juntan en un cártel destinado a regular la producción… Entonces se llegó a concentrar la producción total de un ramo determinado de la actividad —en aquellos ramos en los que la escala de la producción así lo permitía— en una sola gran sociedad por acciones, de dirección unitaria.” (Marx, 1977, p. 564).

Bengough, J. W. (1896) Monopoly. The up-to-date primer: a first book of lessons for little political economists. N.Y.: Funk & Wagnalls.

Por otra parte, Rudolf Hilferding definirá al capital financiero como la categoría básica del capitalismo monopolista. Este economista austriaco de corte marxista distingue una situación en donde se transforma la relación de los bancos con la industria pues el capital invertido en esta recae cada vez más sobre estas entidades financieras. De este modo, la potencia del capital determina qué empresas caen bajo la dependencia de otras, lo que elimina la libre competencia, esta potencia está vinculada con el crédito. Hilferding concluye que la dependencia de la industria hacia los bancos es consecuencia de las relaciones de propiedad: una parte cada vez mayor del capital industrial pertenece a los bancos, de allí que el autor llame “capital financiero al capital bancario, esto es, capital en forma de dinero, que de este modo se transforma realmente en capital industrial… El capital financiero se desarrolla con el auge de la sociedad por acciones y alcanza su apogeo con la monopolización de la industria” (Hilferding, 1971, pp. 231-255).

Dentro de la escuela austríaca Ludwig von Mises distingue dos significados distintos del término monopolio. El primero es aquel en el que un individuo o grupo goza de control absoluto y exclusivo sobre alguno de los factores imprescindibles para la supervivencia humana. Bajo tal monopolio no habría mercado ni competencia, en la práctica esto se traduciría en un estado socialista universal que disfrutaría de ese monopolio total y absoluto, el cual podría aplastar a cualquier oponente, condenándolo a morir de hambre. En el segundo, el monopolio se sitúa bajo una economía de mercado en donde el monopolista resulta ser una persona o grupo de individuos que controlan la oferta de determinada mercancía. “El monopolio, como tal, carece de significación y trascendencia por lo que al funcionamiento del mercado y a la determinación de los precios atañe. Por sí solo no otorga al monopolista ventaja alguna en relación con la colocación del producto”(von Mises, 1986, pp. 420-429). Así pues, para el economista austriaco el monopolio no es malo per se, sino que su presencia resulta perjudicial cuando está vinculada con la planificación estatal o bien cuando la situación de monopolio permite vender menos a mayor precio.

Taylor, Charles (1897) In the hands of his philanthropic friends. N.Y.: Keppler & Schwarzmann, Marzo 10.

La ilustración muestra al Tío Sam caminando entre dos hinchados hombres de negocios, “Monopolios” a su derecha y “Fideicomisos” a su izquierda; ambos roban del bolsillo del Tío Sam sin que este se dé cuenta.

Por su parte, los libros de texto universitarios consideran que el monopolio es lo opuesto a la competencia: “obstaculiza el movimiento de los precios hacia el nivel de competencia perfecta, impidiendo así una adecuada asignación de los recursos productivos” (citado en Cachanosky, 2020, p. 235). También son considerados como estructuras de mercado de competencia imperfecta, es decir, cuando un comprador o un vendedor puede influir en el precio de un bien (Samuelson y Nordhaus, 2002, p. 34). Este matiz del monopolio como competencia imperfecta es crucial para entender su teorización dentro de la microeconomía contemporánea, pues lo encaja como parte de un cuerpo de modelos que pueden resumirse en el siguiente cuadro.

Palabras relacionadas: economía, pensamiento clásico, mercado, arbitraje

Bibliografía

Cachanosky, Iván (2020), “En defensa del monopolio competitivo” en Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política, vol. XVII, núm. 1, pp. 233-264. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7966560

De Roover, Raymond (1987), “La Teoría del Monopolio antes de Adam Smith: una Revisión” en Estudios Públicos, núm. 25, pp. 169-202. Disponible en: https://www.cepchile.cl/cep/site/docs/20160303/20160303184136/rev25_roover.pdf

Hilferding, Rudolf (1971), El Capital Financiero, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro.

Marx, Karl (1999), El Capital. Crítica de la Economía Política. Tomo I. Cap. XXIII. Decimoséptima reimpresión, 1982. Fondo de Cultura Económica. México, D.F.

Marx, Karl (1976), El Capital. Crítica de la Economía Política. El proceso global de la producción capitalista, Tomo III, Vol. 6, México, Siglo XXI.

Marx, Karl. (1977), El Capital. Crítica de la Economía Política. El proceso global de la producción capitalista, Tomo III, Vol. 7, México, Siglo XXI.

Marx, Karl (1987), Miseria de la Filosofía. Respuesta a la Filosofía de la Miseria de P.-J. Proudhon, México, Siglo XXI.

Maya, Carlos (1983), “Análisis del monopolio según la Teoría del Valor”en Revista Investigación Económica, n. 163, pp. 191-228. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/312579526_Analisis_del_monopolio_segun_la_teoria_del_valor

Ricardo, David (1959), Principios de Economía Política y Tributación,México, Fondo de Cultura Económica.

Samuelson, Paul y  William Nordhaus (2002), Macroeconomía con aplicaciones a Latinoamérica, México, McGraw-Hill/Interamericana Editores. 

Smith, Adam (1958), Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones, México, Fondo de Cultura Económica.

Valdés Prieto, Domingo (2004), “Hacia una nueva lectura de la definición nominal de monopolio” en Revista Derecho y Humanidades, núm. 10, pp. 285-289. Disponible en: https://revistas.uchile.cl/index.php/rdh/article/download/17029/17752/

Von Mises, Ludwig (1986), La Acción Humana. Tratado de Economía, cuarta edición, Madrid,  Unión Editorial.

Vínculos de interés:

Los diez principios de la concentración de la riqueza y el poder de Chomsky:

Noam Chomsky “La Concentración de la Riqueza y el Poder”

El caso de la Standard oil:

How Rockefeller Built His Trillion Dollar Oil Empire

Juicio antimonopolio a Rockefeller Gigantes de la industria .

El caso de Microsoft:

La CAIDA de BILL GATES y El GRAN JUICIO contra MICROSOFT | Parte 1

Los monopolios farmacéuticos:

La verdad sobre los monopolios farmacéuticos (Documental completo 2019)

Sobre los monopolios en la producción de vacunas:

Vaccine monopolies make cost of vaccinating the world against COVID at least 5 times more expensive than it could be | Oxfam International

Para conocer más sobre la historia de la fortuna de Tales de Mileto, y su pensamiento, escucha este podcast en Spotify:

Episode #001 … Presocratic Philosophy – Ionian – Philosophize This! | Podcast on Spotify

Acerca del autor

Juan Carlos Morales Soto

Es licenciado en Economía por la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en donde defendió la tesis: “El Impacto de la Jubilación en México. El Caso Telmex (2005-2016)”. Es especialista en Historia Económica (2021) por la Facultad de Economía de la UNAM con el ensayo: “El Impacto de la Estancia de Matías Romero en los Estados Unidos en su Proyecto de Reconstrucción de la Hacienda Pública Mexicana, 1868-1872”. Profesor de francés en el CELEX de ESIME Culhuacán, del Instituto Politécnico Nacional de cuya práctica se han derivado traducciones francés-español para la Revista Momento Económico del Instituto de Investigaciones Económica de la UNAM.

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Historia Laboral y de la Empresa

Migración

Autor: Adán Vázquez Valenzuela

La palabra migración apareció por primera vez en 1855 dentro del Diccionario enciclopédico de la lengua española de la biblioteca ilustrada de Gaspar y Roig; en 1869 fue incluida en el diccionario de la Real Academía Española (RAE) en donde se afirma que proviene del latin migratio, es decir, moverse o desplazarse. Por ello, en términos simples, la migración se ha definido como el desplazamiento geográfico de individuos o grupos de estos por causas económicas, políticas o sociales. De forma intrínseca, el fenómeno implica la movilidad de consumidores y de fuerza de trabajo de un sitio a otro, lo cual ha suscitado debates entre los estudiosos del tema. Los autores Douglas Massey, Joaquín Arango, Hugo Graeme, Alí Kouaouci, Adela Pellegrino y J. Edward Taylor, por ejemplo, argumentan que la economía neoclásica explica a la migración como parte de la integración de mercados laborales, enfocándose en diferenciales de salarios, costos y decisiones individuales (Massey, Arango, Graeme, Kouaouci, Pellegrino y Taylor, 2000, pp. 5-11). Incluso, se ha llegado a explicar el desplazamiento argumentando que el país expulsor posee una ventaja comparativa en fuerza de trabajo poco calificada con respecto a su contraparte receptora (Boyes y Melvin, 2006). Lo cierto es que el término ha dado pie a distintas teorías para entenderlo y cada una de ellas ha puesto énfasis en los conceptos que sus autores consideran necesarios.

Ebony Black (2018) Migrants. A tragic part of Africa today.

La integración de mercados laborales propuesta por la teoría neoclásica va de la mano con otros enfoques que conciben al fenómeno migratorio como resultado de causas que ocurren en espacios económicos separados. En ese sentido, quizá la corriente académica que trata con factores de expulsión y factores de atracción (push and pull theory of migration) sea la que más se le relaciona. Dicha teoría concibe que el desplazamiento resulta tanto de motivaciones relacionadas con el lugar de origen de quienes migran como de otras tantas que hacen atractivo radicarse (temporal o permanentemente) en el espacio receptor. En otras palabras, el o la migrante tiene por lo general expectativas de mejorar su situación social y económica, lo cual confía que ocurrirá con el desplazamiento.

No obstante, ha habido estudiosos que conciben que la decisión de cambiarse de sitio dista de ser individual y es más bien de índole familiar o colectiva. Charles Tilly concibió por ejemplo a la migración como resultado de la formación de capital social y de la articulación de redes migratorias, en ese sentido, la historia de la migración debe ser entendida como la historia de la vida social (Tilly, 1978, p. 68). Otros estudiosos como Michael Piore enfatizan que el fenómeno se debe a la formación de mercados de trabajo segmentados en las llamadas ciudades globales. Esta corriente postula que las causas detrás de la migración se encuentran en la necesidad de proveer de servicios a un mercado primario, el cual demanda fuerza de trabajo poco calificada y que al mismo tiempo sea barata.

USDA (2019) Farmworkers at strawberry fields. Lewis Taylor Farms. Georgia: U.S. Department of Agriculture.

Tómese en cuenta que lo mismo puede ocurrir para el caso de la mano de obra calificada, sólo que ésta tenderá a ser cubierta en principio con fuerza de trabajo de origen local. En otras palabras, el empleo bien remunerado también tendrá el potencial de atraer mano de obra desde otras latitudes, aunque en cantidades menores pues los puestos de trabajo con buenos pagos serán primero cubiertos por trabajadores locales. Lo cierto es que tanto la teoría que retoma a la formación de capital social como principal motivo de la migración como la que destaca la formación de mercados de trabajo segmentados tienden a enfatizar la existencia de dos o más espacios que propician la movilidad (Piore, 1979, pp. 39-40).

El enfoque neoclásico no sólo contempla la decisión individual o familiar basada en expectativas a futuro como factor fundamental para migrar. Considera también los posibles costos que tiene el desplazarse de un sitio a otro, así como a la regulación que puede haber en ese desplazamiento. En ello, irónicamente, coincide con la postura de autores totalmente ajenos a esta escuela como Michael Burawoy (1979, pp. 107; 119-120), quien ha sostenido que el Estado cumple un papel como regulador de la circulación y la propia reproducción de la fuerza de trabajo. Esto a través de la formulación y la adopción de programas, leyes y normas con las que el Estado propicia el surgimiento de industrias completas que utilizan mano de obra poco calificada. En tal lógica, el mercado expulsor de fuerza laboral termina subsidiando el desarrollo del mercado receptor.

EUNAVFOR MED (2015) Rescue of migrants, October 2018. CSDP EEAS

            La teoría neoclásica de la migración ha tenido un sinnúmero de escuelas críticas. Una de estas corrientes considera no sólo a las motivaciones económicas como elemento fundamental para migrar, sino también a factores culturales y sistemas de creencias. Así pues, en lugar de hablar de “integración de mercados laborales” que dependen de causas de “expulsión” y “atracción” (que bien podrían definirse como oferta y demanda de fuerza de trabajo), o de decisiones basadas en evaluaciones de “costo-beneficio”, se ha propuesto hablar de “cultura” de la migración. Los ya referidos Massey, Arango, Graeme, Kouaouci, Pellegrino y Taylor (2000, p. 26) plantean, por ejemplo, que tendría que pensarse en el porqué de que el fenómeno se sostenga por largos periodos, llegando a la conclusión de que esto se debe a algo que denominan causas “acumuladas”. Así, estos autores proponen analizar tanto a las expectativas de mejoras sustanciales para el individuo y su familia, como a la formación de redes migratorias y la “costumbre” de migrar que se forma a lo largo de los años en las comunidades de origen de aquella población que migra. En ese sentido, esta perspectiva coincide con la de Tilly respecto a la importancia de las redes (Tilly, 1990).

            No obstante, quizá la respuesta más radical a la explicación de la migración basada en la integración de mercados vino de los académicos que retomaron algunos postulados de la escuela del sistema-mundo. Para estos, las causas del éxodo de personas de un país expulsor se encuentran directamente relacionadas con las supuestas motivaciones de atracción del país receptor. La razón principal es una sola: la llegada de grandes capitales a regiones que distaban de estar conectadas con el mercado mundial ha provocado el desplazamiento de poblaciones enteras. En esa lógica: al privatizarse grandes extensiones de tierra, al impulsar cambios institucionales y al integrar grupos de individuos al trabajo asalariado con precariedades se les ha obligado a marchar hacia otros sitios en busca de mejores oportunidades (González y Fernández, 2003, p. 47). De acuerdo con esta corriente académica, no existen pues factores separados que propicien el fenómeno migratorio, sino que los sitios de expulsión y recepción de personas deben de ser analizados en conjunto.

CGTN América (2018) Caravana migrante hondureña.

Habría que apuntar también que las herramientas conceptuales utilizadas para entender el fenómeno migratorio pueden variar de acuerdo con el tipo de éxodo que se analice, así como con su época. Hablar por ejemplo de integración de mercados laborales para analizar la llegada de europeos a América en el siglo XVII podría considerarse un anacronismo, a pesar de que ese desplazamiento sí puede pensarse como un fenómeno propiciado por expectativas de mejora y de las facilidades de obtener tierra, un insumo básico para la producción agrícola. Tómese en cuenta también que la marcha de un sitio a otro no se da sólo por causas económicas o culturales, sino que también puede ser propiciada por razones de índole social y político. Creencias religiosas (por misión o persecución) o bien la posesión de un pensamiento no acorde con un sistema de gobierno pueden propiciar también la marcha de un sitio a otro. De allí que abordar la migración desde casos históricos específicos resultaría demasiado complejo y hemos optado por mostrar el debate en torno al porqué se migra.  

Desconocido (1848) Migrants at dinner on the Fortitude. Queensland: The Moreton Bay Courier.  Queensland State Archives. (Fotografía). The Fortitude fue uno de tres barcos encargados de transportar migrantes de Inglaterra a Brisbane, Australia. Atracó en Moreton Bay el 21 de enero de 1849. Fortitude Valley debe su nombre a la embarcación.

Palabras relacionadas: desigualdad, ventaja absoluta y comparativa, norma, espacio.

Bibliografía

Burawoy, Michael (1979), Manufacturing Consent: Changes in the Labor Process Under Monopoly Capitalism, Chicago, University of Chicago Press.

Boyes, William y Michael Melvin (2006), Macroeconomics, Boston y Nueva York, Houghton Mifflin Company.

González, Gilbert y Raúl Fernández (2003), “Empire and the Origins of the Twentieth Century Migration from Mexico to the United States” en  González Gilbert y Raúl Fernández (coords.), A Century of Chicano History: Empire, Nations and Migration, Nueva York y Londres, Routledge, pp. 29-66.

Massey, Douglas, Joaquín Arango, Hugo Graeme, Alí Kouaouci, Adela Pellegrino y J. Edward Taylor (2000), “Teorías sobre la Migración Internacional: Una Reseña y Una Evaluación” en Trabajo: migraciones y mercado de trabajo, año 2, núm. 3, pp. 5-50.

Piore, Michael J. (1979), Birds of Passage. Migrant Labor and Industrial Societies, Cambridge, Cambridge University Press.

Tilly, Charles (1978), “Migration in Modern European History” en McNeill, William y R. Adams (eds), Human Migration: Patterns and Policies, Bloomington, Indiana University Press, pp. 48-74.

Tilly, Charles (1990), “Transplanted Networks”, en Virginia Yans-McLaughlin (ed.), Immigration Reconsidered. History, Sociology, and Politics, NuevaYork, Oxford University Press, p. 79-95.

Sitios de interés:

La migración humana o cómo poblamos la tierra

La migración como desafío global

https://www.un.org/es/global-issues/migration

Datos sobre migración nacional e internacional

http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/Geografia_Migratoria

https://www.inegi.org.mx/temas/migracion/

https://migrationdataportal.org/

https://www.oecd.org/migration/

Historia mínima de la migración México-Estados Unidos

Migración mexicana a Estados Unidos

https://mmp.opr.princeton.edu/

Acerca del autor

David Adán Vázquez Valenzuela

Es profesor-investigador de tiempo completo en la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila. Se desempeña también como profesor de asignatura en la División de Estudios de Posgrado, Facultad de Economía, UNAM, dentro de la maestría y la especialización en historia económica. Doctor en historia por el Colegio de México, maestro en historia por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y tiene un Bachelor of Arts en historia de la Universidad estatal de California, Los Ángeles de donde se graduó con la distinción Summa cum Laude.

En 2013 su tesis de maestría ganó el premio Salvador Azuela que otorga el Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), así como una mención honorífica en el premio Francisco Javier Clavijero que otorga el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Su tesis de maestría se convirtió en libro y fue nominada al premio William LeoGrande que otorga la American University de Washington, D.C. En 2019, su tesis doctoral ganó nuevamente el premio Salvador Azuela que otorga el INEHRM y obtuvo una mención honorífica en el premio Genaro Estrada que organiza la Secretaría de Relaciones Exteriores.  Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Minnesota (Twin Cities), así como en la Universidad estatal de California, Los Ángeles y en la Biblioteca Huntington de Pasadena.

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Inversión

Autor:Mario Contreras Valdez

La palabra “inversión” apareció en 1734 dentro del Diccionario de Autoridades, allí se indica que proviene del latin inversio y su significado en este documento es simple: “la transmutación de las cosas”. Actualmente, el diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la palabra inversión como la “acción y efecto de invertir” y este verbo puede ser entendido como “emplear, gastar, colocar un caudal”. Para los fines de este texto, la palabra inversión está vinculada a un proceso histórico que tiene que ver con cómo las sociedades organizadas, con determinado nivel de desarrollo y modo de producción, aspiran y logran permanecer en esa senda cuando concretan y estimulan, en el marco de determinado régimen político, decisiones centradas en orientar y aplicar recursos disponibles en proyectos específicos, con el fin de mejorar las capacidades productivas de las actividades económicas principales que apoyan las condiciones materiales generales.

Lewis Hine (1931) Trabajadores guiando un cable de grúa en la construcción del Empire State. Nueva York: The Miriam and Ira D. Wallach Division of Art, Prints and Photographs: Photography Collection.

El impacto limitado o extendido en ese sentido de las inversiones registradas suele depender del conjunto de la soberanía que se goce, de las acciones programadas y los acuerdos entre los actores que las impulsan,  de la fortaleza de los derechos de propiedad, del saludable mecanismo fiscal que las financia, o bien del grado de compromiso que se contraiga con la contratación de crédito. La estabilidad política general y la mejoría en los niveles de bienestar, aún cuando la estructura social sea vertical y por su rigidez dificulte el ascenso social, entraña un proceso complejo y permanente de acuerdos políticos y negociaciones particulares entre grupos sociales que se intenta lograr con inversiones. Éstas pueden orientarse con base en las posibilidades que ofrecen los mercados para realizar la ganancia y el objetivo supremo de mantener la paz social, sobre todo cuando la inversión también atañe al Estado.

La ausencia de inversiones productivas durante varios años o periodos prolongados, lleva tarde o temprano a crisis con diversas graduaciones; hasta las más profundas que en tal eventualidad padecerán los grupos sociales marginados en la forma desgarradora: hambrunas y enfermedades. La reflexión del historiador Rodney Hilton sobre la falta de inversión en la agricultura fue clave para entender la caída de la productividad agrícola que acompañó el hundimiento de la sociedad feudal europea. Convencido afirmó que una vez que dejó de invertirse en aquello en lo que se apoyaba esa actividad central del feudalismo afloraron sus debilidades y se registró su desmoronamiento; no fue por falta de recursos sino porque aquellos que estaban disponibles se canalizaron a fines ajenos a la producción agrícola.

August Schöll (1858) El ferrocarril, susto campesino. Litografía a color.

Las inversiones productivas en el largo plazo definen y contrastan las sociedades organizadas, tal y como conocemos la experiencia del ciclo de la producción industrial durante el siglo XVIII y XIX en regiones de países de Europa occidental frente a otras que lo intentaron después. Es pertinente recordar que el fortalecimiento de este proceso complejo fue posible una vez que previamente fueron amasados recursos con base en el comercio monopólico, con la rapiña financiera, con la violencia política y militar que caracterizó la “acumulación originaria” y la masiva esclavización de fuerza de trabajo de origen africano que se comercializó en casi todos los rincones del continente americano, y en otros espacios de aquella globalización temprana.

Estas inversiones se acompañaron de políticas públicas que mejoraron las tecnologías y la infraestructura (caminos, puertos, urbanización), con lo que se activaron los eslabonamientos productivos y fortalecieron el conjunto de la economía. De ese modo, se entiende en una perspectiva general el camino que llevó a la posición hegemónica de Gran Bretaña en el siglo XIX. Otro proceso histórico de inversiones se registraría en otras regiones del planeta, Eric Hobsbawm lo ha planteado de la siguiente manera: “la historia de los países atrasados a lo largo de los siglos XIX y XX es la historia de los esfuerzos que  hicieron por ponerse al nivel del mundo desarrollado por medio de diversas estrategias de imitación” (Hobsbawm, 1998, p. 15). Esto significa que estos países imitaron inversiones en aquellos sectores y medios productivos que estimaron los iba a acercar a la industrialización y por tanto los llevaría por la senda del progreso. Esta ruta fue clave en algunos países con una cultura y disciplina productiva particular, como fue el caso de Japón.

Utagawa Hiroshige III (1872) La inauguración del servicio ferroviario en Japón, desde Shinbashi, Tokio a Yokohama. Cortesía del Museo de historia local de la ciudad de Minato.

No obstante, la inversión tomó sus propias rutas y características en aquellos países de América Latina que se independizaron en la década de 1820. Para ello fue básico el restablecimiento del crédito, la recuperación del capital otorgado en la forma de préstamos y que se mantuviera la tasa de interés de 5 a 6 por ciento anual, nivel promedio que se pactaba cuando los préstamos se dirigían a las actividades productivas y a la explotación del catálogo de los recursos naturales: minerales, maderas, tintes, entre otros. Además, fue importante la vigencia de la soberanía de los Estados-nación, así como la conformación institucional de cada una de las naciones en formación, así como los pactos comerciales con países pujantes. Para el caso mexicano uno de ellos fue particularmente significativo: “Tratado de amistad, navegación y comercio entre los Estados Unidos Mexicanos y su majestad el rey del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda”, firmado en Londres el 26 de diciembre de 1826, en el que especificó:

“…todo comerciante, comandante de buque, y otros súbditos de su Majestad Británica, gozarán de libertad completa en los Estados Unidos mexicanos para mejorar por sí sus propios negocios o para encargar su manejo a quien mejor le parezca… gozarán de completa y perfecta protección de su persona y propiedades y tendrán libre y fácil acceso a los tribunales de justicia.” (Dublán y Lozano, 1876, t. II)

De esa manera, por la vía institucional se abrió paso y se consolidó la inversión extranjera directa. Se conoce que los inversionistas foráneos se dirigieron al “comercio, de importación y exportación, la minería y los empréstitos al gobierno mexicano, compitiendo en algunas ocasiones con los empresarios locales [criollos y españoles], y en otras, compartiendo con ellos inversiones y riesgos” (Meyer Cosio, 2006, p. 45-46). Así pues, a lo largo de los dos primeros tercios del siglo XIX resultaron relevantes en América Latina las experiencias diversas de inversionistas privados ante la falta de recursos públicos para que las autoridades concretaran sus proyectos de inversión. Y en tal caso recordamos que la historiografía especializada nos ha permitido identificar con nombre y apellidos aquellas familias e individuos, o bien la razón social de empresas que invirtieron. Al mismo tiempo, ha sido factible destacar que la inversión productiva se registró en pequeñas, medianas y pocas grandes empresas, cuyos giros fueron variados: minas de plata, ingenios azucareros, fábricas textiles, molinos, haciendas ganaderas y graneras. Además, debieron construir  obras como acequias, calzadas, caminos, puentes, al mismo tiempo que edificaron hoteles, portales comerciales, mercados, teatros, casonas espectaculares o bien las renovaron.

Desconocido (1844-1904) Grabado del siglo XIX del Gran Teatro Nacional de México

Con la inversión privada se activó la economía: el cobro de impuestos, la inmigración de comerciantes, la ampliación de la frontera agrícola para dar lugar a cultivos comerciales como el tabaco, el algodón y caña de azúcar desde la organización de haciendas y ranchos. A partir de las dos décadas finales del siglo XIX la inversión pública aumentó significativamente y cobró notoriedad en México con el respaldo del presupuesto público, de la contratación de deuda externa y del crédito derivado del sistema bancario que se fortaleció desde entonces. Esta condición fue aprovechada por los inversionistas privados que calcularon la rentabilidad de jugosos negocios y en asociación inició la realización de proyectos de infraestructura. Miles de kilómetros de vías férreas se construyeron de manera notoria a lo largo del centro y noreste del país, los puertos mejoraron su operación con nuevos almacenes y faros. En las ciudades se tendió cableado para telefonía y telegrafía, así como tubería para abastecer agua y se hizo factible drenar las aguas negras, entre otras numerosas obras.

Dominio público. El ferrocarril durante el porfiriato.

Este modelo de inversiones que favoreció la concentración de la riqueza y acentuó la desigualdad social tendió a agotarse al punto de poner en crisis el aún incipiente sistema bancario mexicano, lo que se evitó en 1908 con su rescate y el diseño de un proyecto institucional que se identificó como la Caja de Préstamos para Obras de irrigación y fomento de la Agricultura S. A. (Oñate, 1991). Esta propuesta de características centralizadoras fue insuficiente y quedó rebasada con el impacto de las nuevas fuerzas políticas activadas con la Revolución mexicana a lo largo de la década de 1910.

A partir de los años de 1920 la inversión pública fue la protagonista de la economía mexicana, pero también de la economía mundial. El crecimiento en algunas regiones dependió de los programas de infraestructura caminera, de riego, de mejoras en los servicios públicos, del financiamiento estatal, de la capacidad de deuda pública y de los instrumentos de política fiscal de los que gozaba el gobierno. Fue un ciclo de inversiones que tendió a cerrarse en la década de 1980 con el modelo neoliberal que se instaló en México y en todo el orbe, el cual contrajo el papel del estado como inversionista y tendió a profundizar las privatizaciones, las cuales, se tradujeron en montos de inversión privada acompañada de un fenómeno nuevo: la financiarización y el gran peso de los flujos de capital financiero que han sido responsables de las crisis económicas más recientes.

Stuart Isett (2013) Fortune Global Forum. Estrategias de inversión global en una era de riesgo, presentada por el grupo Zurich.

Palabras relacionadas: economía, mercado, subdesarrollo, gasto público

Bibliografía

Hobsbawm, Eric  (1998), Sobre  la historia, Barcelona,  Grijalbo/Mondadori.

Dublán Manuel y José María Lozano (1876), Legislación mexicana o de las disposiciones legislativas expedidas desde la Independencia de la República, t. II, México, Imprenta del comercio a cargo de Dublán y Lozano.

 Meyer Cosío, Rosa María (2006), “El difícil equilibrio. Tropiezos de una empresa británica con el gobierno mexicano” en Reinhard, Liehr (editor), Empresa y modernización en México desde las reformas borbónicas hasta el porfiriato, Frankfurt, Madrid, Vervuert, Iberoamericana, pp. 45-46.

Oñate, Abdiel (1991), Banqueros y hacendados. La quimera de la modernización, México, Universidad Autónoma Metropolitana/ Unidad Xochimilco.

Vínculos de interés:

Explora la plataforma Proyectos México y conoce la cartera de proyectos de infraestructura pública en nuestro país, desde aquellos en proceso de preinversión o licitación, hasta aquellos en construcción o ya operacionales: Proyectos México

Compara los sistemas nacionales de inversión pública de los países miembros de la CEPAL: Inversión Pública | Observatorio Regional de Planificación para el Desarrollo

Conoce más sobre la relación entre la inversión pública y la privada en México, 1960-2018:

Inversión pública y privada en México: ¿motores complementarios del crecimiento económico?

Para ver cuáles países son los principales receptores de IED, visita la siguiente página:

The World’s Top Recipients of Foreign Direct Investment – IMF Blog

Lee el reporte de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo sobre las tendencias en las inversiones a nivel mundial que se presentaron en 2021: World Investment Report 2021 | UNCTAD

Conoce las tendencias que se presentan en nuestro país: Inversión en México: Tendencias y perspectivas a futuro – CIEP

Acerca del autor

Mario Contreras Valdez

Profesor Titular B, Tiempo Completo, Facultad de Economía de la UNAM adscrito al área de Historia Económica, con una antigüedad académica de 26 años en la Facultad de Economía de la UNAM. Doctor en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel II. Miembro de la Asociación Mexicana de Historia Económica (AMHE). Miembro del Seminario Interinstitucional de Historia Económica, de 2008 a la fecha. Sus temas de investigación están centrados en la historia económica desde las regiones y las unidades económicas, siglos XIX al XX. Su libro más reciente es Inversiones privadas en México, 1821- 1871. Regiones y Unidades Económicas, México, Facultad de Economía, 2020.

Categorías
Historia Laboral y de la Empresa

Huelga

Autor:Juan Carlos Morales Soto

La palabra huelga apareció por primera vez en el Diccionario de autoridades en 1734 bajo la acepción de “placer, regocijo y recreación, que ordinariamente se tiene en el campo, o en algún sitio ameno”. Del mismo modo se entendía como “la cesación del trabajo”, sobre todo de las labores agrícolas bajo la perspectiva de tomar un descanso. En la actualidad la palabra huelga nos remite a una forma de protesta con el objetivo de mejorar las condiciones de quienes están implicados en ellas. Existen huelgas laborales, estudiantiles, de hambre y de consumo. Por su relevancia, la huelga más conocida es la laboral que se desarrolla a través de las organizaciones obreras o sindicatos. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la huelga es el medio a través del cual las trabajadoras y los trabajadores y sus organizaciones sindicales defienden y promueven sus derechos e intereses sociales y económicos plasmados en la contratación colectiva. En este sentido, la huelga es un derecho indivisible de la contratación colectiva de trabajo (CCT) y de la organización sindical, no se puede separar una de otra (Alzaga, 2018, p. 423).

Baños, Germán (2012) Huelga general 14N. Madrid.

Para el abogado e historiador Guillermo Cabanellas la huelga es la abstención colectiva y concertada del trabajo por los trabajadores, sea por un grupo de ellos, por una asociación gremial, por la mayoría de quienes trabajan en una o varias empresas, con abandono de los lugares de trabajo, con el objetivo de hacer presión sobre el patrono o empresario, a fin de obtener el reconocimiento de una pretensión de carácter profesional o con el propósito de preservar, modificar o crear nuevas condiciones laborales (Pérez López, 2007, p. 653). En México, como en muchos países del mundo, la huelga es reconocida internacionalmente como un derecho de los trabajadores y de la libertad sindical. Pero no siempre fue así, hubieron de pasar muchas luchas ya que en un principio la huelga era considerada como un acto reprobable. El derecho colectivo al trabajo tuvo un desarrollo histórico a través de cuatro instituciones fundamentales: la coalición, la negociación colectiva, la huelga y el sindicato. Todas y cada una de ellas están unidas irremediablemente entre sí y estas instituciones hubieron de experimentar cuatro etapas de desarrollo: prohibición, tolerancia, legalización y constitucionalización.

Alemania es pionera en materia de legislación laboral. La primera reglamentación fue la Ordenanza sobre las Corporaciones del Imperio de 1731, la cual estableció la prohibición de los paros colectivos. Se consideraba a la huelga como un delito y en 1845 el Código Industrial Prusiano impidió toda forma de asociación sindical. Fue el 21 de junio de 1869 que el Código de Alemania del Norte reconoció la libertad de asociación. Este tuvo una corta duración pues en 1878 el emperador Guillermo I prohibió los sindicatos y restauró las sanciones contra la huelga (Barajas Montes de Oca, 1983, pp. 19-23). Esta situación se revirtió poco después al restaurarse la legislación de 1869 dentro de las Leyes del Imperio, reconociéndose el derecho de asociación y de huelga antes de finalizar el siglo XIX. La Primera Guerra Mundial limitó ambas figuras aunque no desaparecieron por completo, aunque tuvieron un carácter político más que reivindicatorio. La aparición del nazismo volvió a considerar la huelga como un delito, y el Estado era el único ente capacitado para imponer condiciones de trabajo, esta situación prevaleció hasta 1945 cuando quedó plenamente reconocido el derecho de huelga.

Werner Tübke (1961) Historia del movimiento obrero alemán. En el tercer tríptico de la serie, el pintor ilustra el ascenso del nacionalsocialismo. En la izquierda la conspiración nazi que llevó al incendio del Reichstag el 27 de febrero de 1933, hecho que fue utilizado como justificación para la declaración del estado de excepción y la persecución generalizada del movimiento obrero. En el centro la última manifestación del frente popular. En la derecha la quema de libros del 10 de mayo de 1933.

En Francia, el camino de los trabajadores para el reconocimiento del derecho de huelga fue largo ya que se dio hasta terminada la Segunda Guerra Mundial. Con la llegada de la cuarta república en 1946 la Constitución reconoció el ejercicio de huelga como un derecho de carácter social. Además, a partir de 1958 al constituirse la quinta república se reconoció el derecho de huelga como un derecho humano fundamental, así como una garantía para que los trabajadores alcanzaran un orden económico y social más justo. Según Barajas Montes de Oca, Lyon-Caen, unos de los estudiosos del desarrollo histórico de la huelga en Francia distinguió cuatro etapas: 1) la de la prohibición cuando se consideró a la huelga como un delito, a partir de la publicación de la Ley Chapelier, en el período comprendido de 1789 a 1864; 2) la segunda va de 1864 hasta 1940 la cual inicia con la promulgación de la Ley Olivier, el 25 de mayo de 1864, cuando se abroga de manera definitiva el delito de coalición. Este fue el periodo de mayores reivindicaciones obreras y cuando se creó la Confederación General de Trabajadores; 3) la tercera etapa abarca toda la Segunda Guerra Mundial cuando la huelga volvió a considerarse un delito por el régimen de Vichy; 4) Se trata de una etapa de reconocimiento y validación, la cual inicia en 1946 con la instauración de la cuarta república.

Moloch (1871) La Commune de Paris. En el texto: La barricada de la plaza blanca defendida por las mujeres.

En Inglaterra hacia 1810-1811, apareció un movimiento que se conoció como los “rompedores de máquinas” o ludismo, encabezado por Ned Ludd. Posteriormente, aparecieron las primeras organizaciones obreras o trade-unions. Pero fue a partir de la publicación de la Trade Union Act, en 1871, o Ley de Asociaciones Sindicales, cuando inicia realmente el movimiento legislativo inglés para excluir la huelga de toda sanción penal. En cada uno de los diferentes movimientos sindicales existió un elemento teórico que reconocía el valor de la fuerza de trabajo como creadora de riqueza. La huelga fue una herramienta reivindicatoria para mejorar las condiciones de trabajo. El inicio de este desarrollo teórico está en dos textos, el primero de Friedrich Engels titulado La Situación de la Clase Obrera en Inglaterra, publicado en 1845; y el segundo de Karl Marx y Federico Engels, el Manifiesto del Partido Comunista publicado en 1848.

Desconocido (1812) The leader of the Luddites. Mofat Walter and Kreiglit.

Engels sostiene en su obra de 1845 que la importancia histórica de las huelgas y los sindicatos estaba dada el hecho de que representaban “el primer intento de los obreros para abolir la competencia”, lo cual ponía de manifiesto que “la dominación de la burguesía no está fundada sino sobre la competencia de los obreros entre sí”. Las huelgas eran la prueba más segura de la proximidad de “la batalla decisiva entre proletariado y burguesía” así como “la escuela de guerra de los obreros, donde se preparan para el gran combate en lo sucesivo ineluctable” (Poy, 2012, pp. 42-44). Por su parte, en el Manifiesto del Partido Comunista Marx y Engels ponen sobre relieve la fuerza del proletariado en su lucha por un mejor salario el cual es cada vez más precaria ante el avance de las fuerzas productivas y el perfeccionamiento de los medios de producción. Fue ante ello que los obreros comenzaron a formar coaliciones contra la burguesía capitalista actuando en común para la defensa de sus salarios. La formación de asociaciones fue la clave del éxito de las luchas obreras, la unión cada vez más extensa de los trabajadores convirtieron las demandas locales en nacionales e internacionales. En ese sentido, Marx escribió que las huelgas influían sobre la jornada de trabajo, sobre los salarios, sobre la legislación del trabajo y en la formación de una conciencia de clase.

Las primeras manifestaciones de descontento en México se dieron en las minas de la Nueva España, fueron movimientos espontáneos que pueden ser considerados como antecedente de la huelga en México. El primero, en la mina de Santa Eulalia, Chihuahua, entre 1720 y 1730, allí los trabajadores abandonaron el trabajo hasta que les restituyeran su derecho a compartir el mineral extraído, es decir, revocar la supresión del “partido”. La respuesta virreinal fue la de no enfrentar a los refinadores ni a los trabajadores, reconoció la existencia del “partido” y la compra libre de mineral. El segundo destaca por el número de mineros involucrados y por el tiempo de duración del conflicto. Este se dio en la mina de Real del Monte el 29 de julio de 1766 y se prolongó hasta 1774 (Velasco, 1980, pp. 291-294). Pedro Romero de Terreros, Conde de Regla, dispuso la reducción de la cantidad de “partidos” que los barreteros obtenían. Aunado a esta situación, los salarios de los peones también se habían visto reducidos. El descontento se generalizó, y los operarios se negaron a regresar a las minas a trabajar. El 15 de agosto de ese año los trabajadores se apoderaron de la casa del Conde, asesinaron al alcalde mayor de Pachuca y abrieron la cárcel para que salieran sus compañeros que habían sido detenidos. Finalmente se elaboró un reglamento con algunas restricciones para los operarios, se conservó la partición del mineral y la paga de 4 reales a los peones por jornada de 12 horas. Destaca de este hecho, la manera en que los operarios podían someter a los dueños de las minas con sólo abandonar el trabajo.

Las condiciones de los trabajadores tras la consumación de la independencia continuaron siendo desfavorables. Existían largas jornadas laborales de 12 a 16 horas diarias, con salarios raquíticos que apenas alcanzaban para vivir, no existía ninguna garantía de mejoría para el grueso de los trabajadores mexicanos. Con el triunfo del liberalismo tras la Guerra de Reforma, el Estado mexicano renunció a regular las condiciones de trabajo, la preservación de la propiedad privada se encumbró como valor social y su participación en la regulación de los factores de la producción fue mínima. Durante el porfiriato, el estallido de dos conflictos laborales, el de las minas de Cananea en Sonora el 1 de julio de 1906, así como el de los trabajadores textiles en Río Blanco, Veracruz, en enero de 1907, dieron muestra de los límites a los que había llegado la situación laboral en México. La demanda común en ambas movilizaciones fue la mejora en las condiciones de trabajo y el resultado en común fue la represión por parte del Estado mexicano. El proceso revolucionario y la promulgación de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 dio un giro en materia laboral. La huelga tuvo a partir de entonces un sustento legal en el artículo 123; al mismo tiempo, la Ley Federal del Trabajo consagró el derecho de huelga en el artículo 440. A partir de entonces se sostiene que la huelga es una suspensión temporal del trabajo llevada a cabo por una coalición de trabajadores, además, de ser un derecho social y económico cuyo ejercicio les permite a los trabajadores alcanzar mejores condiciones de trabajo, prestaciones y salarios.

Great Western View Company (1906) Colonel Wiliam C. Greene with arm outstretched addressing a crowd of Mexican workers during miners´strike. Cananea. DeGoyler Library, Southern Methodist University.

La huelga como ejercicio de acción política se ha legalizado en prácticamente todos los países occidentales, convirtiéndose en una expresión legítima de lucha de los trabajadores. A partir del llamado período neoliberal, el sindicalismo y el movimiento huelguístico ha sido blanco de ataques por parte de los patrones y los gobiernos. Los derechos de los trabajadores y la huelga como instrumento tienen retos importantes ante la flexibilización de las relaciones laborales y la disminución de las prestaciones de trabajo.

CCOO Servicios (2016) Colgamos los cascos. Huelga en Contact Center. Madrid.

Palabras relacionadas: desigualdad, mercado, norma, ley, pensamiento clásico, economía.

Bibliografía

Alzaga, Oscar (2018), “Huelgas, Sindicatos y Luchas Sociales en la Historia de México” en Revista Alegatos, núm. 99, pp. 411-434. Disponible en: http://alegatos.azc.uam.mx/index.php/ra/article/view/651/634

Barajas Montes de Oca, Santiago (1983), La huelga. Un análisis comparativo, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas,  UNAM. Disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3559/16.pdf

Engels, Friedrich y Karl Marx (1848), “Manifiesto del Partido Comunista”, en Obras Escogidas, Moscú, Editorial Progreso.

Peréz López, Gerardo Valente (2007), “El derecho de huelga” en Panorama internacional de derecho social. Culturas y Sistemas Jurídicos Comparados, México, IIJ-UNAM, pp. 653-668. Disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/5/2458/38.pdf

Poy, Lucas (2012), “Huelgas, sindicatos y huelga salarial en los textos de Marx y Engels. Algunos apuntes y consideraciones teóricas” en Hic Rhodus. Crisis capitalista, polémica y controversias, núm. 3, pp. 41-53. Disponible en http://biblioteca.clacso.edu.ar/Argentina/iigg-uba/20130827045434/hr3_3.pdf

Trueba U, Alberto y Trueba B, Jorge. (2006). Ley Federal del Trabajo. 87ª Edición Actualizada. México, Editorial Porrúa.

Velasco A, Cuauhtémoc. (1980). “Los Trabajadores Mineros en la Nueva España, 1750-1810”, en La Clase Obrera en la Historia de México. Tomo 1. De la Colonia al Imperio. Primera Edición, séptima reimpresión, 2009. México, Siglo XXI editores.

Vínculos de interés:

Disposiciones de la OIT en torno a la huelga

https://www.ilo.org/legacy/spanish/dialogue/ifpdial/llg/noframes/ch5.htm#:~:text=La%20huelga%20es%20un%20medio,sus%20intereses%20sociales%20y%20econ%C3%B3micos

La primera huelga en México

https://www.cndh.org.mx/noticia/primera-huelga-en-mexico

Las huelgas de Cananea y Río Blanco

https://www.cndh.org.mx/noticia/huelga-de-cananea

https://www.cndh.org.mx/noticia/inicia-la-huelga-en-la-fabrica-de-textiles-de-rio-blanco-veracruz#_ftnref2

Sobre el movimiento obrero

Acerca del autor

Juan Carlos Morales Soto

Es licenciado en Economía por la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en donde defendió la tesis: “El Impacto de la Jubilación en México. El Caso Telmex (2005-2016)”. Es especialista en Historia Económica (2021) por la Facultad de Economía de la UNAM con el ensayo: “El Impacto de la Estancia de Matías Romero en los Estados Unidos en su Proyecto de Reconstrucción de la Hacienda Pública Mexicana, 1868-1872”. Profesor de francés en el CELEX de ESIME Culhuacán, del Instituto Politécnico Nacional de cuya práctica se han derivado traducciones francés-español para la Revista Momento Económico del Instituto de Investigaciones Económica de la UNAM.