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Geografía Histórica

Paisaje

Autores:Jonathan Montero Oropeza y Anabell Romo González

Como categoría de análisis, el paisaje se utiliza por campos del conocimiento tan diversos como la biología, la ecología, la pintura, la arquitectura, el urbanismo, la economía y la geografía. La palabra paisaje encuentra su raíz etimológica en el latín y en las lenguas romances y germánicas. En el latín pagensis hace referencia a lo “campestre, que habita en el campo”; en este sentido, el vocablo pagus (aldea o cantón referente a la vida rural), complementa al vocablo paganus (aldeano o paisano quien vivía en el campo). En consecuencia, en las lenguas romance las voces paesaggio en italiano, paisagen en portugués y paisaje en castellano, hacen referencia a la idea de lo campestre; otro claro ejemplo, es el que se tiene en francés, donde el paisaje se relaciona con los vocablos pays y paysage que remiten al “espacio rural peculiar o territorio rural concreto” (Urquijo y Barrera, 2009). En cuanto a las raíces germánicas, las voces landschaft en alemán, landskip en neerlandés y landscape en inglés, incluyen en sus voces land (tierra) y schaft (eje/moldeado), schaffen (crear), scape (crear/trabajar). Al atender este aspecto, el paisaje podría definirse como un área compuesta por una asociación distintiva de formas físicas y culturales, que corresponden a la tierra moldeada o al moldeado del territorio (Sauer, 2006; Maderuelo, 2006, p. 24).

Oarranzli (2011) Rice Terrace. Longsheng, China.

Desde esta perspectiva –ciertamente eurocéntrica- nos podemos percatar que el paisaje se vinculó al ámbito rural, que era el espacio predominante en Europa, hasta antes del siglo XX. De ahí, que en el imaginario popular cuando se habla de paisaje, la reminiscencia sea una vinculación con el campo o territorios con pocos edificios y calles, lo cual se asocia a ideas de un mayor vínculo con la naturaleza. Como se verá a continuación, esta voz paulatinamente se incorporó a la mirada pictórica y estética desde los siglos XIV al XVII, y a la mirada científica y lógica del siglo XIX.

Durante el Renacimiento (siglos XV y XVI) expresiones artísticas como la pintura y la arquitectura, permitieron una indagación cognitiva en torno al ser humano y a su lugar en la naturaleza y en la Historia; en ese sentido, el espacio se comprendió desde una perspectiva cuantificable, tridimensional, apropiado e intervenido por el ser humano mediante la idea de “ver a través”. En el caso de la pintura, la presencia de los seres humanos se manifestaba en la figura de hombres y mujeres realizando actividades cotidianas (trabajando, caminando o descansando) en caminos, veredas, puentes, casas, molinos o cercos, que representaban alguna modificación del medio. El paisaje en esos momentos representó un recorte del territorio a través de una mirada subjetiva del pintor compartida con los espectadores (Urquijo y Barrera, 2009, p. 234). En cuanto a la arquitectura, un ejemplo de ello es lo que se conoce como jardines renacentistas, impulsados por las élites de la época (reyes, nobles, jerarquía eclesiástica). Estos espacios surgieron en Roma y Florencia, y se componían por estanques, monumentos, ninfeos y esculturas, proyectadas mediante sistemas de terrazas y escalinatas, para adecuar las considerables pendientes y el complejo relieve, modificando así el paisaje. 

Antonio Vivarini (c. 1465-1470) El jardín del amor. Italia

Para los siglos XVIII y XIX el estilo pintoresco de los paisajes estaba cargado de connotaciones simbólicas, por ejemplo, las pinturas de plantaciones coloniales que denotaban lo civilizado al contrario de las tierras salvajes que debían ser colonizadas por los grupos hegemónicos. En el proceso de colonización e imperialismo las imágenes paisajísticas eran utilizadas para marcar la autoridad de la potencia colonizadora, incluso naturalizando y legitimando la colonización por medio del paisaje, enfatizando además las diferencias raciales o de género.    

Durante el siglo XIX el concepto paisaje transcurre de la mirada pictórica y estética al ámbito de la ciencia. Desde la ciencia, el paisaje se entendió como una unidad geográfica construida intrínsecamente por elementos humanos y naturales. Los poemas naturalistas y las crónicas y relatos de viajeros, son un nuevo modo de aproximarse al medio que genera una modelización científica del espacio, distinto a la representación estética que incluye sólo la percepción del artista. Esta aproximación científica del medio muestra el paisaje en su especificidad sin depender de los sentimientos del espectador. En el romanticismo alemán, que influye en el pensamiento de los científicos Alexander Von Humboldt y Karl Ritter, el sujeto contempla, siente e imagina, a través de la analogía, es decir, la correspondencia de una cosa con otra, pero también observa, piensa y razona. Acciones que posteriormente se separan. En el pensamiento de Humboldt, el paisaje es entendido como una unidad armónica de contenidos físicos y simbólicos, la objetividad y la subjetividad se funden en su percepción de lo natural(Urquijo y Barrera, 2009, p. 238)

José María Velasco (1893) Hacienda de Chimalpa. Cuadro en tela.

Precisamente la escuela alemana del paisaje es considerada una de las escuelas pioneras en la perspectiva científica del paisaje. En el siglo XIX, Alexander Von Humboldt señaló que los artistas y científicos deseaban conocer la naturaleza y comprender su orden, es decir, penetrar en sus misterios, en ese sentido el paisaje era visto como la herramienta para adentrarse en ese conocimiento (Ortega, 2010). El enfoque alemán consideró a la naturaleza como una totalidad conformada por elementos interrelacionados entre sí, ejemplo de ello son los trabajos de Carl Ritter, Alfred Hettner y posteriormente de Carl Troll, quienes hicieron énfasis en las conexiones de los fenómenos naturales y humanos, aunque se enfocaron más en los aspectos físicos, como el relieve, el clima, los cuerpos de agua y la flora.

Estas consideraciones del paisaje desde la perspectiva científica no deben verse como elementos aislados. Por ejemplo, el pintor alemán Caspar David Friedrich, plasmó en 1810, la pintura denominada Arcoíris en un paisaje de montañas, el cual representaba el norte de Bohemia, con el Monte Rosenberg en el centro, y sobre él, aparecen un grupo de nubes densas y un arcoíris que atraviesa la pintura de extremo a extremo. Otros ejemplos son las pinturas realistas Las Espigadoras (1857) y El Ángelus (1859) de François Millet, las cuales plasmaban las actividades económicas y culturales de las sociedades rurales francesas, en las cuales además se resaltan rasgos del paisaje (cielos nublados, espacios campestres). En ese tenor, las pinturas que mostraban paisajes europeos de artistas como Berthe Morisot, Camille Pissarro, Paul Cézanne, Alfred Sisley y Claude Monet, también fueron fundamentales para comprender la realidad social desde nuevas aristas. Precisamente la obra de Monet denominada Impresión, sol naciente (1872) dio nombre al movimiento que se conoció como Impresionismo, el cual, entre otros rasgos, se caracterizó por plasmar las diferentes manifestaciones de la luz a lo largo de un día o del año, por lo cual se plasmaron en el lienzo diversos elementos del paisaje, tanto físicos (mares, ríos, bahías, campiñas, montañas), como sociales (catedrales, puertos, jardines).

Caspar David Friedrich (1810) Arcoíris en un paisaje de montañas 

François Millet (1857) L´ Angelus

 Claude Monet  (1872) Impresión del Sol naciente

En ese contexto, la escuela francesa de geografía, también realizó propuestas trascendentales en relación al paisaje como categoría analítica, siendo uno de sus precursores Paul Vidal de la Blache, quien se interesó por analizar el conjunto de técnicas y de herramientas que los humanos ponen en funcionamiento para transformar el marco donde habitan y adaptarlo a sus necesidades, mediante la disponibilidad sobre aquello que la naturaleza les permite. Esta perspectiva era una manifestación antagónica al determinismo alemán, el cual tenía su sustento teórico en el concepto de espacio. A la corriente que encabezó Vidal de la Blache se le conoció como posibilismo, término que acuñó el historiador Lucien Febvre, en alusión a la posibilidad de transformar la naturaleza, controlar el medio por parte de las sociedades humanas y no ajustarse a un papel pasivo, como lo sugería el determinismo (Buttimer, 1980, pp. 59-74).

En ese contexto, Vidal de la Blache señaló que el objeto de la Geografía era la relación hombre-naturaleza, la cual se llevaba a cabo en un área de ocurrencia, que era el paisaje, y que el trabajo humano se destacaba en la transformación del medio. Para comprender este punto formuló el concepto de “géneros de vida”, en relación a cómo los cambios obedecían no solamente a “poderes naturales” sino a una realidad social que necesita estudiarse; por tanto, las técnicas y hábitos humanos son los que permiten el uso de los recursos naturales (Vidal de la Blache, 1911, pp. 193-212). Esta perspectiva también fortaleció el concepto de región como unidad de análisis y se estableció una relación entre la transformación del paisaje y la conformación de regiones y sus límites. 

En el ámbito anglosajón, Carl Sauer se preocupó por criticar el determinismo ambiental y rechazar al positivismo, al preferir explicaciones más orientadas hacia la comprensión de procesos históricos que permitieran analizar la diversidad cultural y los procesos ambientales en el mundo. Para consolidar su perspectiva, Sauer impulsó en Berkeley, ideas como la morfología del paisaje y el paisaje cultural. Sauer señaló que el paisaje cultural representaba la adaptación humana regida por sus creencias, valores y avances técnicos, de tal manera adquirían así una dimensión histórica. En consecuencia, el paisaje es un organismo complejo, que se construye mediante asociaciones y combinaciones de elementos naturales y materiales, y la incorporación de obras realizadas por los grupos humanos que son su expresión cultural sobre el paisaje natural (Sauer, 1963). En ese contexto, Sauer también considera que “El paisaje no es simplemente un escenario actual contemplado por un observador. El paisaje geográfico es una generalización derivada de la observación de escenarios individuales” (Sauer, 1963, p. 6). Es decir, que el paisaje se vincula con la percepción de quien lo ve, mira y analiza.

Jeena Paradies (2017) Temple pair. Japón.

Este recorrido histórico sirve para comprender porque para Denis Cosgrove (2002, pp. 66-70), ver es un acto físico pasivo para detectar el mundo exterior con los ojos, mientras que mirar implica un movimiento intencionado de los ojos hacia el objeto de interés. En razón de este punto, existe una relación muy estrecha entre el paisaje y el ejercicio de la vista, puesto que es un proceso cognoscitivo que parte de una acción fisiológica que involucra el empleo del ojo dirigido hacia el paisaje, que trasciende más que la huella pasiva y neutra de las imágenes por la luz en la retina del ojo, por tanto, la visión también se relaciona con la imaginación y la capacidad de crear imágenes en la mente, donde el creador toma sus experiencias anteriores.

En ese sentido, como sostiene Julio Caro Baroja (1990, p. 18) “el ojo, órgano fundamental de la percepción en el ser humano, se carga de distintas notas según la cultura de la sociedad en que nace: abre y cierra horizontes y cielos de acción, es un órgano con significado social y colectivo”. Es decir, la mirada del ser humano es capaz de captar significados y significaciones a lo largo del tiempo y en un mismo espacio, para hacer ver como en un mismo medio, los ojos de los humanos han percibido rasgos o elementos con significación muy  distinta entre sí, en épocas diferentes según intereses: es decir puntos de vista varios.

Se debe tomar en cuenta que las ideas y las experiencias modernas que se tiene sobre el paisaje han evolucionado no solo con los cambios en la propiedad y uso de la tierra, sino también con las tecnologías que se emplean para la visión y representación del espacio. En ese sentido, pensemos en el uso creciente -aunque desigual- de la televisión, cámaras digitales, celulares, tabletas, fotografías aéreas, drones e Internet, que hacen que nuestras percepciones sensoriales se modifiquen, aunque también a través de esas herramientas transformamos nuestros paisajes.

En cuanto a nuestras percepciones, se debe considerar que existen políticas públicas y de ordenamiento territorial que toman como referencia al paisaje para mejorar la imagen de las poblaciones rurales o del ámbito urbano. Para Florencio Zoido (2006) el paisaje es un concepto que atraviesa una etapa de revalorización, aunque al respecto existe una paradoja, puesto que al aumentar el aprecio social de los paisajes, se intensifica la degradación de muchos de ellos. Si bien el ordenamiento territorial en el primer tercio del siglo XX, encontró su base en las teorías del desarrollo regional, durante las dos primeras décadas del siglo XXI, obedece a parámetros económicos, de concentración y centralización, para distribuir presupuestos públicos; ejemplo de ello es  la diversidad en la organización territorial de los Estados europeos, con las netas diferencias existentes en sus niveles de desarrollo, poblamiento y extensión, lo cual vuelve al ordenamiento selectivo del análisis y el diagnóstico (Zoido, 2006, pp. 73-82).

“El paisaje ha sido un concepto clave para abordar investigaciones referentes a la configuración territorial, establecimiento de redes y escalas espaciales, percepción, intervención y/o manejo de la naturaleza” (Urquijo y Barrera, 2009, p. 230). Es decir, en el paisaje confluyen los aspectos naturales así como los socioculturales e incluye una posición unificadora entre la naturaleza y la cultura puesto que se perciben como un proceso continuo, más que como una forma terminada (Cosgrove, 2002, p. 78).

El paisaje, como lo consideraba Vidal de la Blache, está vivo en sí mismo. Los objetos que existen juntos en el paisaje, existen en interrelación. Ellos constituyen una realidad de conjunto que no puede ser entendida por separado, sino que debe ser considerada cada una de sus partes integrantes. En ese sentido el paisaje se constituye a partir de contextos espacio-temporales y de diversos sujetos sociales por lo que se deben considerar distintas formas de percepción e intervención paisajística, ya que el paisaje forma parte de una cosmovisión completa que se inserta en un proceso de larga duración en sociedades determinadas (Urquijo y Barrera, 2009, p. 231-32). Por lo que la invitación es a formarnos una idea del paisaje en términos de sus relaciones en el tiempo y en el espacio, es decir a partir de su historicidad.

Michael Beaton (2013) Berlín, Alemania 11.

En ese sentido el paisaje es la unidad espacio-temporal en la que convergen elementos de la naturaleza y la cultura en una sólida comunión. El paisaje es entonces una unidad física de elementos tangibles, visibles, olientes, audibles y degustables que puede tener uno o varios significados simbólicos o lecturas subjetivas de fuerte raigambre estético y ético, y que tienen su propia historicidad. (Urquijo y Barrera, 2009, p. 233). Por ello, para realizar un análisis más puntual de lo anterior, se expone la propuesta de Fernández Christlieb (2006, pp. 231-232), la cual distingue cinco acciones simultáneas que permiten comprender mejor el paisaje, veamos:

1. Reconocerse en un sitio o lugar. Implica descubrir las raíces que nos ligan a un lugar, de acuerdo a las sensaciones sensoriales. Reconocerse como parte de un colectivo en un lugar es comenzar a tejer una identidad entre sociedad y espacio.

2. Orientación. Implica saber dónde están los objetos, unos con respecto a otros y cómo se configura el sentido de movilidad en el espacio.

3. Marcas. Imposición de marcas en el espacio mediante rasgos artificiales que permitan hacer más evidente el sentido de orientación y delimitación de territorios.

4. Nombrar. Esto se refiere a la generación de toponimias de un lugar, lo cual refleja las relaciones de poder en el espacio.

5. Institucionalizar. Conferir a los lugares un sentido colectivo, ritualizarlo, festejarlo, racionalizarlo para su administración, para posteriormente clasificarlo y confeccionar una historia o leyenda.

Los puntos anteriores servirán al lector para comprender mejor el manejo político y económico que se tiene en el paisaje y las transformaciones que en él se llevan a cabo en distintas escalas (local, regional, estatal, nacional, global). Además permitirá no ver al paisaje desde una perspectiva lineal, sino interpretar sus diversas aristas y las relaciones de poder que ahí se manifiestan. Es decir, no se debe simplificar la discusión sobre el futuro del paisaje a una elección entre, por una parte, un mayor desarrollo de un paisaje dinámico, o, por otra, la conservación de los restos de “paisajes tradicionales”, porque esas ideas ofrecen una visión incompleta de las complejidades de las historias de los paisajes (Renes, 2009, p. 56).

Charlie Phillips (2009) Ancient and modern in central Rio. Brasil.

El paisaje además de ser un objeto de percepción y vivencias subjetivas, es además un producto social, es la proyección cultural y económica de una sociedad (Nogué, 2006, p. 135). En ese sentido es relevante atender al paisaje como categoría de análisis porque permite comprender los palimpsestos en un espacio geográfico, los vestigios económicos y culturales de grupos de poder, grupos en resistencia y las huellas de acontecimientos que están presentes en los imaginarios e idearios de las sociedades.

Palabras relacionadas: espacio, ciudad, región, economía

Bibliografía

Buttimer A. (1980), Sociedad y medio en la tradición geográfica francesa, Barcelona, Oikos-Tau.

Caro Baroja, J. (1990), Arte visoria y otras lucubraciones pictóricas, Barcelona, Tusquets.

Cosgrove, D. (2002), “Observando la naturaleza: el paisaje y el sentido europeo de la vista” en Boletín de la A.G.E., 34. pp. 63-89.

Fernández F. (2006) “Geografía Cultural” en Hiernaux, Daniel y Alicia Lindón (Dirs.), Tratado de Geografía Humana, México, Anthropos. UAM-I.

Maderuelo, J. (2006), El paisaje. Génesis de un concepto, Madrid, Abada Editores.

Nogué, J. (2006) “La producción social y cultural del paisaje” en Mata, Rafael y Tarroja, Álex (Coords.), El paisaje y la gestión del territorio. Criterios paisajísticos en la ordenación del territorio y el urbanismo, Barcelona, Visiones.

Ortega N. (2010), El paisaje: valores e identidades, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid.

Renes, J. (2009), “Paisajes europeos: continuidad y transformaciones” en Maderuelo, Javier (Dir.), Paisaje e historia, Madrid, Abada Editores.

Sauer, C. (1963), La morfología del paisaje en Leighly, John Land and Life, A selection of the writings of Carl Ortwin Sauer, Berkeley, Los Angeles, London, University of California Press, pp. 321-350.

Sauer, Carl O. (2006), “La morfología del paisaje” en POLIS, Revista Latinoamericana, 5 (15). Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=30517306019

Urquijo, P. y Barrera N. (2009), “Historia y paisaje. Explorando un concepto geográfico monista” en Andamios Revista de Investigación Social, vol. 5, núm. 10, pp. 227-252.

Vidal de La Blache, P. (1911), “Les genres de vie dans la géographie humaine” en Annales de Géographie, v 20, no.111. pp. 193-212.

Zoido, F. (2006), “El paisaje y su utilidad para la ordenación del territorio” en Geocalli, Año 7, núm. 14, Universidad de Guadalajara, CUCSH. pp.67-125.

Vínculos de interés:

Explora el mundo en este mapa 3D y descubre información importante sobre sus paisajes: Explore Landscapes – Half-Earth

Para revisar un ejemplo de las transformaciones que sufre el paisaje, puedes leer la siguiente investigación: De montaña, milpa y cañaveral. Transformaciones percibidas de los paisajes en la costa de Chiapas | Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía

Para leer el informe de la UNESCO sobre la transformación del paisaje cultural haz clic en la siguiente liga: Un Informe evalúa la transformación del paisaje cultural mundial diez años después de la adopción de la Convención sobre la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales | Diversidad de las expresiones culturales

Para ver una TEDTalk sobre paisajes culturales haz clic aquí: What Do Landscapes Tell Us About Our Culture? | Linnea Sando | TEDxHelena

Para ver una entrevista con el geógrafo Carl Sauer haz clic en la siguiente liga: Carl Sauer interview – 1970

Acerca de los autores

Jonathan Montero Oropeza

Licenciado en Geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), maestro en Geografía Humana por El Colegio de Michoacán, Unidad La Piedad y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara (UdeG). Se ha desempeñado como profesor en la Universidad de Guanajuato, Campus León, en las licenciaturas de Desarrollo y Gestión del Territorio, Trabajo Social, Sociología y Ciencias Políticas y Administración Pública. Actualmente es profesor en la licenciatura de Desarrollo Territorial en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES), Unidad León, de la UNAM. Candidato a Investigador del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Sus líneas de investigación son: geografía del deporte, sociología de empresas y empresarios; desarrollos geográficos desiguales; geografía cultural y geografía del turismo.

Anabell Romo González

Licenciada en Historia. Maestra en Estudios Latinoamericanos. Candidata a Doctora en Estudios Latinoamericanos, con la investigación: “La cultura hispanoamericana y las ciudades letradas. La Real Universidad de México y la Universidad Mayor de San Marcos de Lima en el siglo XVI”.

Profesora de Metodología de las Ciencias Sociales I y II en el Departamento de Historia en el Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia (SUAyED) y de Geografía e Historia en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM. Responsable del proyecto de investigación “La Metodología de la Historia en el siglo XXI” de la FFyL, PIFFYL 2016 026. Ha colaborado en los proyectos de investigación La expansión marítima de Europa y sus efectos en América y Centroamérica y México durante la independencia realizando labores de investigación archivística, documental y bibliográfica. Ha participado en seminarios y encuentros de investigación como el Seminario de Estudios Novohispanos, el Encuentro de Investigadores del Pensamiento Novohispano y el Seminario Internacional sobre Asia Oriental y América. Actualmente es miembro ordinario de la Asociación Interdisciplinaria para el estudio de la Historia de México.


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