Autor: David Adán Vázquez Valenzuela
Ligado a la noción de cultivo comercial está el concepto de plantación. En un texto clásico sobre el tema, Eric Wolf y Sidney Mintz (1957, p. 391) concibieron a la plantación como una propiedad agrícola extensa, operada de forma coordinada (frecuentemente organizada como corporación), que cuenta con una fuerza de trabajo dependiente, y cuya producción está encaminada hacia un mercado de grandes proporciones. Según observaron, en no pocas ocasiones ese mercado está más allá de las fronteras nacionales y, por tanto, la suerte de las plantaciones está casi siempre vinculada con fuerzas económicas distantes. Más aún, la plantación se caracteriza, según Wolf y Mintz, por la utilización de tecnología, la “racionalización en las relaciones laborales” que frecuentemente lleva a la estratificación del mundo del trabajo, y por la tendencia a la producción de un solo cultivo (Edelman, 2018, p. 391).
Clark, William (1786) “Slaves working on a plantation, planting the sugar cane”, dentro de “Ten views in the island of Antigua” Londres. Disponible en The British Library.
Estas y otras características hacen que las plantaciones se distingan como forma de producción agrícola. Su contraste, por ejemplo, con la hacienda o el minifundio es notable. La hacienda latinoamericana poseía menor capitalización en general, relaciones laborales que en muchas ocasiones se basaban en factores extraeconómicos como el paternalismo y orientaba su producción a un mercado local o regional. La plantación, en cambio, está casi siempre financiada por grandes capitales, ha tendido en los años recientes hacia la utilización del trabajo asalariado como su único medio de operación y se encuentra fuertemente atada al mercado mundial. Además, dado que la principal razón de ser de las plantaciones es obtener ganancias, sus extensiones suelen estar administradas desde los sitios en los que se origina el capital, emplear mano de obra especializada para las tareas que así lo demandan y la ya mencionada tendencia a la monoproducción. Wolf y Mintz agregan que no es raro que operen en áreas que carecen de fuerza laboral por lo que quienes las administran suelen verse orillados a importar trabajadores, tanto calificados como no calificados, y a emprender medidas para retenerlos –especialmente a la fuerza laboral no calificada– en el sitio de trabajo al menos durante una temporada.
Svinyin (1812) At the Plantation. Philadelphia, Estados Unidos.
Como forma de producción, la plantación ha sido utilizada en varias regiones del planeta. Charles Wagley (citado en Mandle, 1973, p. 68) llegó a decir que su localización en América iba desde “la mitad norte de la costa brasileña hacia las Guyanas, pasaba por las costas caribeñas hacia el propio Caribe y de ahí a los Estados Unidos”. Debe tenerse en cuenta, además, que la plantación también tuvo presencia en las islas del Océano Pacífico, en el sureste asiático y el continente africano especialmente para obtener productos como azúcar, caucho, café o aceite de palma.
A pesar de que la literatura académica suele identificar a la plantación con la obtención de bienes agrícolas en las zonas tropicales, ha habido estudiosos como Paul S. Taylor (1954, pp. 141-152) y Howard Gregor (1965, pp. 221-238) que sitúan a esta modalidad productiva en economías modernas. Taylor argumenta, por ejemplo, que no solamente existieron plantaciones de algodón, caña de azúcar, y tabaco en el sur de Estados Unidos, sino también otras dedicadas a la obtención de frutos y hortalizas en zonas rurales de estados como Texas y California. En este último sentido, Taylor concuerda con el californiano Carey McWilliams quien llegó a concebir a la extracción de cítricos, uva, algodón y remolacha azucarera en el oeste estadounidense como auténticas plantaciones. Para McWilliams (1999, pp. 82-88.), la agricultura tecnificada, dedicada al cultivo masivo de un solo producto y a la maximización de ganancias constituía un verdadero oxímoron: una producción atada a una economía moderna que puede utilizar tecnología de punta, pero anticuada en su organización interna.
En reiteradas ocasiones, se ha insistido en esa paradoja. La plantación integra elementos modernos, como la producción tecnificada y la fuerte conexión con el mercado mundial, pero su estructura interna puede poseer elementos un tanto opuestos a la modernidad (Tomich, 2011, p. 15). Dado que tiene como propósito maximizar sus rendimientos, su organización tiende a la centralización y a estructurarse de forma vertical y a estar altamente estratificada. Por lo general, en la parte alta se encuentran gerentes, directivos y administradores que manejan sus recursos financieros (su capitalización) y operativos. Es frecuente, según Wolf y Mintz, que estos residan en sitios distantes y estén mucho más interesados en obtener rendimientos a partir de la comercialización y la especulación que con la producción agrícola.
Después del sector gerencial se encuentra la mano de obra calificada, la cual está integrada por ingenieros, técnicos, contadores, tenedores de libros y otras tantas figuras administrativas que a menudo se contratan en el exterior. Este sector por lo regular tiende a diferenciarse de la fuerza de trabajo poco calificada en cuanto a su origen, pues no es poco común que proceda del medio urbano. Puede tener también un nivel educativo mayor que el grueso de la fuerza de trabajo e incluso no es raro que adopte patrones de residencia segregados de los trabajadores no calificados.
Parte del sector operativo de la plantación, no obstante, suele estar integrada por individuos de origen local. Es frecuente, por ejemplo, que uno o más trabajadores de las cercanías de las extensiones agrícolas se sumen como capataces y contratistas a la oferta laboral presentada por el proyecto plantador y que se encarguen de hacer cumplir los objetivos propuestos por los directivos de la unidad de producción. Cumplen pues la función de intermediarios entre el sector administrativo y el grueso de la fuerza laboral y no es raro que entren en conflicto con sus subordinados.
Finalmente, en la parte baja de la unidad de producción se encuentra la fuerza de trabajo poco calificada. En la mayor parte de los casos, las plantaciones obtienen su mano de obra a través del empleo de individuos pertenecientes a la población local, aunque es común que tengan que importarla desde lejos. Dado que su producción tiende a ser masiva y a estar atada a ciclos de cultivo, requiere una gran cantidad de trabajadores en ciertas temporadas, mientras que en otras simplemente desocupa a la mayoría de sus jornaleros. En general, este sector es el menos favorecido por el proyecto plantador. No es raro que obtenga salarios y condiciones de residencia caracterizados por su precariedad y que se les trate de retener en el puesto de trabajo para evitar la carencia de jornaleros en tiempos de alta necesidad de fuerza laboral.
Wolcott, Marion (1940) Bayou Borbeau plantation. A Negro family seated on the porch of a house. Estados Unidos: FSA. Disponible en The Library of Congress.
Esta estructura organizativa tan rígida, junto con el afán por maximizar ganancias, ha generado severas críticas a las plantaciones. Resulta difícil que un individuo que pertenece a uno de los estratos más bajos tenga movilidad ascendente pues sus funciones están bien determinadas. Lo anterior se hace patente a lo largo de la historia en sistemas de plantación altamente estratificados y segmentados (como el esclavista), así como en aquellos con formas de organización más convencionales. En cultivos como el algodón, el tabaco, el azúcar, el cacao o el café, el grueso de la fuerza laboral permanece atado a la fase productiva y rara vez se integra al sector administrativo. Más aún, obtiene salarios que raramente varían, aun y cuando el dueño (o los dueños) de las plantaciones se vean beneficiados por algún aumento de precios de sus bienes en el mercado.
Como modo de producción agrícola, la plantación ha evolucionado a lo largo de los años. No obstante, desde el siglo XVI ha sido frecuente la restricción en la movilidad de su fuerza laboral. Paul S. Taylor argumenta que aun y cuando se le ha asociado con el empleo de fuerza de trabajo esclava, esto dista de ser verdad, pues la institución precedió a la utilización de fuerza de trabajo cautiva. En efecto, cuando los europeos organizaron las primeras plantaciones en el Caribe y en algunas zonas de la costa atlántica norteamericana llegaron a ocupar trabajadores blancos bajo contratos restrictivos para desempeñar las labores agrícolas. Más tarde, la economía clásica de plantación se caracterizó por la utilización de mano de obra esclava. Bajo este sistema prosperaron cultivos como la caña de azúcar en el Caribe y en la boca del Mississippi, así como el algodón en buena parte del Sur de Estados Unidos y el cultivo de café y endulzantes en Brasil.
Desconocido (1902) Plantación bananera china. Geraldton: Queensland State Archives.
Con el fin de la esclavitud, la forma de operar las plantaciones se transformó. En el sur de Estados Unidos, quienes dirigían las grandes unidades de producción de algodón recurrieron al sistema de aparcería, a los contratos restrictivos y al endeudamiento de su fuerza de trabajo para asegurar las siembras y cosechas de grandes proporciones (Daniel, 1990; Blackmon, 2009). En la península de Yucatán y en regiones como Morelos los productores de henequén y de caña de azúcar emplearon a decenas de peones endeudados para cumplir con el objetivo de maximizar sus ganancias. Y lo propio ocurrió en otras partes de América Latina como Perú, Brasil y América Central, en donde empresas azucareras, cafetaleras y fruteras recurrieron a tácticas como el endeudamiento para asegurar mano de obra. Las plantaciones se volvieron así objeto de análisis de múltiples estudios históricos que tendieron a ver a este tipo de unidad productiva como una institución del pasado.
Desconocido (1909) Locomotiva en Plantación bananera. Río Kukura, Nicaragua.
¿Qué ha quedado de las plantaciones? Hay quien argumenta que este tipo de unidades productivas no solamente ha pervivido en distintas partes del orbe, sino que ha evolucionado. Lo cierto es que persisten proyectos agrícolas de envergadura dedicados a la monoproducción que pueden ser equiparados con ellas. Estos se caracterizan por su alta capitalización y su creciente cercanía con los sectores comercial y financiero; tal relación se traduce en un incremento del riesgo, alta especulación e inestabilidad. La conexión tan estrecha con el mercado reduce complejas realidades sociales a cifras, enmascarando la creciente brecha cultural entre el sector urbano y rural Para miles de habitantes de las ciudades importa mucho más el precio final de los bienes agrícolas que la manera en la que estos se producen. Asimismo, existe un reducido interés acerca de qué grupos sociales se involucran en la labranza y cosecha de estos bienes y/o las condiciones de vida de los grupos involucrados. En buena parte de las grandes unidades de producción dedicadas a la agricultura comercial moderna persiste también la contratación masiva de mano de obra poco calificada y la precarización de sus condiciones de vida. Asimismo, los regímenes de trabajo continúan caracterizándose por su disciplina y su remuneración se sigue haciendo a través de salarios a destajo como en antaño (Smalley, 2013).
Carlos Casas (2007) Finca cafetalera en Boquete, Panamá.
Deben apuntarse no obstante algunos cambios. Para empezar, varios estudiosos coinciden en señalar que se ha diversificado la gama de actores que invierten en las plantaciones y en los grandes proyectos agrícolas. No se trata ya sólo de inversiones particulares y/o corporativas, sino también de otras que provienen del financiamiento y subsidio gubernamental o bien de programas financiados por organismos internacionales (Kaur, 2014, p. 191). Asimismo, la llamada agricultura de plantación se encuentra cada vez más vinculada con el mundo de los agronegocios, el cual incluye –además de las fases productivas y las financieras– a la investigación dedicada a la mejora de cultivos. Con la investigación se busca paliar problemas que han surgido de la expansión de los cultivos agrícolas en los últimos años como el agotamiento de suelos o la carencia de mano de obra para producir algunos bienes.
Palabras relacionadas: agricultura, cultivo comercial, mercado, commodity.
Vínculos de interés:
Una sinopsis de la FAO sobre la plantación de palma de aceite puede encontrarse en: https://www.fao.org/3/t0309e/t0309e01.htm
Un análisis en términos comparativos de las plantaciones, la agricultura de contrato y la agricultura comercial en:
https://www.fao.org/uploads/media/FAC_Working_Paper_055.pdf
Federación de cafeteros de Colombia:
https://federaciondecafeteros.org/
Comité Consultivo Internacional del Algodón:
The Chicago Mercantile Exchange:
Organización Internacional del azúcar:
Grupo de Estudio Internacional sobre el caucho:
Asociación Internacional de Países Productores de caucho:
Foro Mundial Bananero:
https://www.fao.org/world-banana-forum/es/
Bibliografía
Blackmon, Douglass A. (2009), Slavery by Another Name, Nueva York, Anchor.
Daniel, Pete (1990), The Shadow of Slavery: Peonage in the South, 1901-1969, Urbana y Chicago, University of Illinois Press.
Edelman, Marc (2018),“Haciendas and Plantations’: History and limitations of a 60-year-old taxonomy” en Critique of Anthropology, vol. 38, n. 4, pp. 387–406.
Gregor, Howard F. (1965), “The Changing Plantation” en Annals of the Association of American Geographers, vol. 55, núm 2, pp. 221-238.
Kaur, Amarjit (2014), “Plantation Systems, Labour Regimes and the State in Malaysia, 1900-2012” en Journal of Agrarian Change, vol. 14, núm. 2, pp. 190-213.
Mandle, R. (1973), “The Re-establishment of the Plantation Economy in the South, 1865-1910” en The Review of Black Political Economy, vol. 3, núm. 2, pp. 68-88.
McWilliams, Carey (1999), Factories in the Field: The Story of Migratory Farm Labor in California, Berkeley, Los Ángeles y Londres, University of California Press.
Mintz, Sidney W., y Eric Wolf (1957), “Haciendas and Plantations in Middle America and the Antilles” en Social and Economic Studies, vol. 6, no. 3, pp. 380-412.
Smalley, Rebecca (2013), Plantations, Contract Farming and Commercial Farming Areas in Africa: A Comparative Review, Working Paper 055, Land and Agricultural Commercialisation in Africa Project Working Paper Series. Disponible en: https://www.fao.org/uploads/media/FAC_Working_Paper_055.pdf
Taylor, Paul S. (1954), “Plantation Agriculture in the United States: Seventeenth to Twentieth Centuries” en Land Economics, pp. 141-152.
Tomich, Dale (2011), “Rethinking the Plantation: Concepts and Histories” en Review, (Fernand Braudel Center), vol. 34, núm 2, pp. 15-39.
Acerca del autor
David Adán Vázquez Valenzuela
Es profesor-investigador de tiempo completo en la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila. Se desempeña también como profesor de asignatura en la División de Estudios de Posgrado, Facultad de Economía, UNAM, dentro de la maestría y la especialización en historia económica. Doctor en historia por el Colegio de México, maestro en historia por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y tiene un Bachelor of Arts en historia de la Universidad estatal de California, Los Ángeles de donde se graduó con la distinción Summa cum Laude.
En 2013 su tesis de maestría ganó el premio Salvador Azuela que otorga el Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), así como una mención honorífica en el premio Francisco Javier Clavijero que otorga el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Su tesis de maestría se convirtió en libro y fue nominada al premio William LeoGrande que otorga la American University de Washington, D.C. En 2019, su tesis doctoral ganó nuevamente el premio Salvador Azuela que otorga el INEHRM y obtuvo una mención honorífica en el premio Genaro Estrada que organiza la Secretaría de Relaciones Exteriores. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Minnesota (Twin Cities), así como en la Universidad estatal de California, Los Ángeles y en la Biblioteca Huntington de Pasadena.