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Historia Agrícola

Plantación

Autor: David Adán Vázquez Valenzuela

Ligado a la noción de cultivo comercial está el concepto de plantación. En un texto clásico sobre el tema, Eric Wolf y Sidney Mintz (1957, p. 391) concibieron a la plantación como una propiedad agrícola extensa, operada de forma coordinada (frecuentemente organizada como corporación), que cuenta con una fuerza de trabajo dependiente, y cuya producción está encaminada hacia un mercado de grandes proporciones. Según observaron, en no pocas ocasiones ese mercado está más allá de las fronteras nacionales y, por tanto, la suerte de las plantaciones está casi siempre vinculada con fuerzas económicas distantes. Más aún, la plantación se caracteriza, según Wolf y Mintz, por la utilización de tecnología, la “racionalización en las relaciones laborales” que frecuentemente lleva a la estratificación del mundo del trabajo, y por la tendencia a la producción de un solo cultivo (Edelman, 2018, p. 391).

Clark, William (1786) “Slaves working on a plantation, planting the sugar cane”, dentro de “Ten views in the island of Antigua” Londres. Disponible en The British Library.

Estas y otras características hacen que las plantaciones se distingan como forma de producción agrícola. Su contraste, por ejemplo, con la hacienda o el minifundio es notable. La hacienda latinoamericana poseía menor capitalización en general, relaciones laborales que en muchas ocasiones se basaban en factores extraeconómicos como el paternalismo y orientaba su producción a un mercado local o regional. La plantación, en cambio, está casi siempre financiada por grandes capitales, ha tendido en los años recientes hacia la utilización del trabajo asalariado como su único medio de operación y se encuentra fuertemente atada al mercado mundial. Además, dado que la principal razón de ser de las plantaciones es obtener ganancias, sus extensiones suelen estar administradas desde los sitios en los que se origina el capital, emplear mano de obra especializada para las tareas que así lo demandan y la ya mencionada tendencia a la monoproducción. Wolf y Mintz agregan que no es raro que operen en áreas que carecen de fuerza laboral por lo que quienes las administran suelen verse orillados a importar trabajadores, tanto calificados como no calificados, y a emprender medidas para retenerlos –especialmente a la fuerza laboral no calificada– en el sitio de trabajo al menos durante una temporada.

Svinyin (1812) At the Plantation. Philadelphia, Estados Unidos.

Como forma de producción, la plantación ha sido utilizada en varias regiones del planeta. Charles Wagley (citado en Mandle, 1973, p. 68) llegó a decir que su localización en América iba desde “la mitad norte de la costa brasileña hacia las Guyanas, pasaba por las costas caribeñas hacia el propio Caribe y de ahí a los Estados Unidos”. Debe tenerse en cuenta, además, que la plantación también tuvo presencia en las islas del Océano Pacífico, en el sureste asiático y el continente africano especialmente para obtener productos como azúcar, caucho, café o aceite de palma.

A pesar de que la literatura académica suele identificar a la plantación con la obtención de bienes agrícolas en las zonas tropicales, ha habido estudiosos como Paul S. Taylor (1954, pp. 141-152) y Howard Gregor (1965, pp. 221-238) que sitúan a esta modalidad productiva en economías modernas. Taylor argumenta, por ejemplo, que no solamente existieron plantaciones de algodón, caña de azúcar, y tabaco en el sur de Estados Unidos, sino también otras dedicadas a la obtención de frutos y hortalizas en zonas rurales de estados como Texas y California. En este último sentido, Taylor concuerda con el californiano Carey McWilliams quien llegó a concebir a la extracción de cítricos, uva, algodón y remolacha azucarera en el oeste estadounidense como auténticas plantaciones. Para McWilliams (1999, pp. 82-88.), la agricultura tecnificada, dedicada al cultivo masivo de un solo producto y a la maximización de ganancias constituía un verdadero oxímoron: una producción atada a una economía moderna que puede utilizar tecnología de punta, pero anticuada en su organización interna.

En reiteradas ocasiones, se ha insistido en esa paradoja. La plantación integra elementos modernos, como la producción tecnificada y la fuerte conexión con el mercado mundial, pero su estructura interna puede poseer elementos un tanto opuestos a la modernidad (Tomich, 2011, p. 15). Dado que tiene como propósito maximizar sus rendimientos, su organización tiende a la centralización y a estructurarse de forma vertical y a estar altamente estratificada. Por lo general, en la parte alta se encuentran gerentes, directivos y administradores que manejan sus recursos financieros (su capitalización) y operativos. Es frecuente, según Wolf y Mintz, que estos residan en sitios distantes y estén mucho más interesados en obtener rendimientos a partir de la comercialización y la especulación que con la producción agrícola.

 Después del sector gerencial se encuentra la mano de obra calificada, la cual está integrada por ingenieros, técnicos, contadores, tenedores de libros y otras tantas figuras administrativas que a menudo se contratan en el exterior. Este sector por lo regular tiende a diferenciarse de la fuerza de trabajo poco calificada en cuanto a su origen, pues no es poco común que proceda del medio urbano. Puede tener también un nivel educativo mayor que el grueso de la fuerza de trabajo e incluso no es raro que adopte patrones de residencia segregados de los trabajadores no calificados.

 Parte del sector operativo de la plantación, no obstante, suele estar integrada por individuos de origen local. Es frecuente, por ejemplo, que uno o más trabajadores de las cercanías de las extensiones agrícolas se sumen como capataces y contratistas a la oferta laboral presentada por el proyecto plantador y que se encarguen de hacer cumplir los objetivos propuestos por los directivos de la unidad de producción. Cumplen pues la función de intermediarios entre el sector administrativo y el grueso de la fuerza laboral y no es raro que entren en conflicto con sus subordinados.

Finalmente, en la parte baja de la unidad de producción se encuentra la fuerza de trabajo poco calificada. En la mayor parte de los casos, las plantaciones obtienen su mano de obra a través del empleo de individuos pertenecientes a la población local, aunque es común que tengan que importarla desde lejos. Dado que su producción tiende a ser masiva y a estar atada a ciclos de cultivo, requiere una gran cantidad de trabajadores en ciertas temporadas, mientras que en otras simplemente desocupa a la mayoría de sus jornaleros. En general, este sector es el menos favorecido por el proyecto plantador. No es raro que obtenga salarios y condiciones de residencia caracterizados por su precariedad y que se les trate de retener en el puesto de trabajo para evitar la carencia de jornaleros en tiempos de alta necesidad de fuerza laboral.

Wolcott, Marion (1940) Bayou Borbeau plantation. A Negro family seated on the porch of a house. Estados Unidos: FSA. Disponible en The Library of Congress.

Esta estructura organizativa tan rígida, junto con el afán por maximizar ganancias, ha generado severas críticas a las plantaciones. Resulta difícil que un individuo que pertenece a uno de los estratos más bajos tenga movilidad ascendente pues sus funciones están bien determinadas. Lo anterior se hace patente a lo largo de la historia en sistemas de plantación altamente estratificados y segmentados (como el esclavista), así como en aquellos con formas de organización más convencionales. En cultivos como el algodón, el tabaco, el azúcar, el cacao o el café, el grueso de la fuerza laboral permanece atado a la fase productiva y rara vez se integra al sector administrativo. Más aún, obtiene salarios que raramente varían, aun y cuando el dueño (o los dueños) de las plantaciones se vean beneficiados por algún aumento de precios de sus bienes en el mercado.

Como modo de producción agrícola, la plantación ha evolucionado a lo largo de los años. No obstante, desde el siglo XVI ha sido frecuente la restricción en la movilidad de su fuerza laboral. Paul S. Taylor argumenta que aun y cuando se le ha asociado con el empleo de fuerza de trabajo esclava, esto dista de ser verdad, pues la institución precedió a la utilización de fuerza de trabajo cautiva.  En efecto, cuando los europeos organizaron las primeras plantaciones en el Caribe y en algunas zonas de la costa atlántica norteamericana llegaron a ocupar trabajadores blancos bajo contratos restrictivos para desempeñar las labores agrícolas. Más tarde, la economía clásica de plantación se caracterizó por la utilización de mano de obra esclava. Bajo este sistema prosperaron cultivos como la caña de azúcar en el Caribe y en la boca del Mississippi, así como el algodón en buena parte del Sur de Estados Unidos y el cultivo de café y endulzantes en Brasil.

Desconocido (1902) Plantación bananera china. Geraldton: Queensland State Archives.

Con el fin de la esclavitud, la forma de operar las plantaciones se transformó. En el sur de Estados Unidos, quienes dirigían las grandes unidades de producción de algodón recurrieron al sistema de aparcería, a los contratos restrictivos y al endeudamiento de su fuerza de trabajo para asegurar las siembras y cosechas de grandes proporciones (Daniel, 1990; Blackmon, 2009). En la península de Yucatán y en regiones como Morelos los productores de henequén y de caña de azúcar emplearon a decenas de peones endeudados para cumplir con el objetivo de maximizar sus ganancias. Y lo propio ocurrió en otras partes de América Latina como Perú, Brasil y América Central, en donde empresas azucareras, cafetaleras y fruteras recurrieron a tácticas como el endeudamiento para asegurar mano de obra. Las plantaciones se volvieron así objeto de análisis de múltiples estudios históricos que tendieron a ver a este tipo de unidad productiva como una institución del pasado.

Desconocido (1909) Locomotiva en Plantación bananera. Río Kukura, Nicaragua.

¿Qué ha quedado de las plantaciones? Hay quien argumenta que este tipo de unidades productivas no solamente ha pervivido en distintas partes del orbe, sino que ha evolucionado. Lo cierto es que persisten proyectos agrícolas de envergadura dedicados a la monoproducción que pueden ser equiparados con ellas. Estos se caracterizan por su alta capitalización y su creciente cercanía con los sectores comercial y financiero; tal relación se traduce en un incremento del riesgo, alta especulación e inestabilidad. La conexión tan estrecha con el mercado reduce complejas realidades sociales a cifras, enmascarando la creciente brecha cultural entre el sector urbano y rural Para miles de habitantes de las ciudades importa mucho más el precio final de los bienes agrícolas que la manera en la que estos se producen. Asimismo, existe un reducido interés acerca de qué grupos sociales se involucran en la labranza y cosecha de estos bienes y/o las condiciones de vida de los grupos involucrados. En buena parte de las grandes unidades de producción dedicadas a la agricultura comercial moderna persiste también la contratación masiva de mano de obra poco calificada y la precarización de sus condiciones de vida. Asimismo, los regímenes de trabajo continúan caracterizándose por su disciplina y su remuneración se sigue haciendo a través de salarios a destajo como en antaño (Smalley, 2013).

Carlos Casas (2007) Finca cafetalera en Boquete, Panamá.

Deben apuntarse no obstante algunos cambios. Para empezar, varios estudiosos coinciden en señalar que se ha diversificado la gama de actores que invierten en las plantaciones y en los grandes proyectos agrícolas. No se trata ya sólo de inversiones particulares y/o corporativas, sino también de otras que provienen del financiamiento y subsidio gubernamental o bien de programas financiados por organismos internacionales (Kaur, 2014, p. 191). Asimismo, la llamada agricultura de plantación se encuentra cada vez más vinculada con el mundo de los agronegocios, el cual incluye –además de las fases productivas y las financieras– a la investigación dedicada a la mejora de cultivos. Con la investigación se busca paliar problemas que han surgido de la expansión de los cultivos agrícolas en los últimos años como el agotamiento de suelos o la carencia de mano de obra para producir algunos bienes.

Palabras relacionadas: agricultura, cultivo comercial, mercado, commodity.

Vínculos de interés:

Una sinopsis de la FAO sobre la plantación de palma de aceite puede encontrarse en: https://www.fao.org/3/t0309e/t0309e01.htm

Un análisis en términos comparativos de las plantaciones, la agricultura de contrato y la agricultura comercial en:

https://www.fao.org/uploads/media/FAC_Working_Paper_055.pdf

Federación de cafeteros de Colombia:

https://federaciondecafeteros.org/

Comité Consultivo Internacional del Algodón:

https://www.icac.org/

The Chicago Mercantile Exchange:

https://www.cmegroup.com/

Organización Internacional del azúcar:

https://www.isosugar.org/

Grupo de Estudio Internacional sobre el caucho:

https://www.rubberstudy.org

Asociación Internacional de Países Productores de caucho:

http://www.anrpc.org

Foro Mundial Bananero:

https://www.fao.org/world-banana-forum/es/

Bibliografía

Blackmon, Douglass A. (2009), Slavery by Another Name, Nueva York, Anchor.

Daniel, Pete (1990), The Shadow of Slavery: Peonage in the South, 1901-1969, Urbana y Chicago, University of Illinois Press.

Edelman, Marc (2018),“Haciendas and Plantations’: History and limitations of a 60-year-old taxonomy” en Critique of Anthropology, vol. 38, n. 4, pp. 387–406.

Gregor, Howard F. (1965), “The Changing Plantation” en Annals of the Association of American Geographers, vol. 55, núm 2, pp. 221-238.

Kaur, Amarjit (2014), “Plantation Systems, Labour Regimes and the State in Malaysia, 1900-2012” en Journal of Agrarian Change, vol. 14, núm. 2, pp. 190-213.

Mandle, R. (1973), “The Re-establishment of the Plantation Economy in the South, 1865-1910” en The Review of Black Political Economy, vol. 3, núm. 2, pp. 68-88.

McWilliams, Carey (1999), Factories in the Field: The Story of Migratory Farm Labor in California, Berkeley, Los Ángeles y Londres, University of California Press.

Mintz, Sidney W., y Eric Wolf (1957), “Haciendas and Plantations in Middle America and the Antilles” en Social and Economic Studies, vol. 6, no. 3, pp. 380-412.

Smalley, Rebecca (2013), Plantations, Contract Farming and Commercial Farming Areas in Africa: A Comparative Review, Working Paper 055, Land and Agricultural Commercialisation in Africa Project Working Paper Series. Disponible en: https://www.fao.org/uploads/media/FAC_Working_Paper_055.pdf

Taylor, Paul S. (1954), “Plantation Agriculture in the United States: Seventeenth to Twentieth Centuries” en Land Economics, pp. 141-152.

Tomich, Dale (2011), “Rethinking the Plantation: Concepts and Histories” en Review, (Fernand Braudel Center), vol. 34, núm 2, pp. 15-39.

Acerca del autor

David Adán Vázquez Valenzuela

Es profesor-investigador de tiempo completo en la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila. Se desempeña también como profesor de asignatura en la División de Estudios de Posgrado, Facultad de Economía, UNAM, dentro de la maestría y la especialización en historia económica. Doctor en historia por el Colegio de México, maestro en historia por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y tiene un Bachelor of Arts en historia de la Universidad estatal de California, Los Ángeles de donde se graduó con la distinción Summa cum Laude.

En 2013 su tesis de maestría ganó el premio Salvador Azuela que otorga el Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), así como una mención honorífica en el premio Francisco Javier Clavijero que otorga el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Su tesis de maestría se convirtió en libro y fue nominada al premio William LeoGrande que otorga la American University de Washington, D.C. En 2019, su tesis doctoral ganó nuevamente el premio Salvador Azuela que otorga el INEHRM y obtuvo una mención honorífica en el premio Genaro Estrada que organiza la Secretaría de Relaciones Exteriores.  Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Minnesota (Twin Cities), así como en la Universidad estatal de California, Los Ángeles y en la Biblioteca Huntington de Pasadena.

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Historia Agrícola

Ganadería

Autor:Juan Carlos Morales Soto

La ganadería es una actividad económica del sector primario que consiste en la crianza de animales para el consumo humano. Al igual que la agricultura, la ganadería es una actividad que la humanidad ha ejercido desde la antigüedad. La materia prima, los animales, satisface los requerimientos y la demanda de todas aquellas actividades secundarias que se benefician de sus recursos, como la industria alimenticia, cosmética, farmacológica, láctea y textil, entre otras actividades productivas.

Sobre la etimología del término ganadería o ganado, existen diversos registros sobre su origen. Se ha llegado a afirmar que el término ganado es de origen germánico, sin embargo, es una voz que aparece en el “Léxico Primitivo Hispánico” de los siglos VIII-XII en donde están los registros de ganatum, ganato, kanato o ganado, y que se refieren a bestias mansas. Una de sus derivaciones semánticas se asocia al germánico waidanjam, “buscar pasto, cosechar”. Desde el siglo XI se le asocia con el término ganantia, ganancia y canantia, de allí que también esté asociada a la voz pecuario vinculada a la palabra “pécora” que según la RAE significa “res o cabeza de ganado lanar”. La palabra pecuario tiene la misma raíz que pecunia y pecuniario, es decir, relativo al dinero en efectivo, lo que da cuenta de una época en la que la riqueza estaba valorada según la cantidad de ganado que se tenía  (RAE, 2021).

Durante los siglos XVII y XVIII se dieron cambios en la agricultura. Paulatinamente se abandona el barbecho para introducir la rotación de cultivos, bajo los impactos de la Ilustración los avances tecnológicos aumentan la productividad agrícola para hacer frente a la cada vez mayor demanda de alimentos de la población. Una parte importante fue el papel que tuvo el ganado en la fertilización de la tierra, a partir del siglo XVIII el ganado vacuno fue fuerza de arrastre, fuente de alimento y materia prima. El aprovechamiento de sebo, cuero y pieles vino a beneficiar a los mercados urbanos y a la industria. Se da una especialización regional en cría de animales, como la Baja Normandía y Limousin en Francia, que se convierten en tierras cultivables y prados de engorde. La gran industrialización de carne en el siglo XIX trajo consigo un método que después se conoció como la intensificación. En algunas partes de Europa, como en Francia, el poder económico de un individuo se medía a través de la posesión del número de cabezas de ganado (Delhoume, 2005, p. 3).

Desconocido- Roslin Glass Slides. Universidad de Edimburgo, Reino Unido- CC BY.

https://www.europeana.eu/es/item/9200272/BibliographicResource_3000126812275

En el continente americano los animales para la dieta alimenticia eran muy distintos al ganado europeo. Una de las especies que fueron utilizadas para la alimentación de la población indígena fueron los bisontes que poblaron la parte occidental de lo que hoy es Canadá; el centro-oeste de los Estados Unidos; así como la parte norte y las costas del Golfo de México (Saucedo Montemayor, 1984, pp. 9-26). También existían conejos, guajolotes, liebres, jabalíes y venados. Se tienen noticias de que los aztecas tenían entre su dieta el consumo de cánidos como el xoloitzcuintle y que se vendían en piezas completas en los tianguis. La introducción de la ganadería durante la época colonial significó un cambio importante económica, social  y ambientalmente.

En el Caribe su introducción se dio durante un periodo temprano, mientras que, en zonas marginales del imperio español, como Uruguay y Nuevo México, esta introducción se dio en un periodo tardío. En México, la ganadería se inició con la llegada de los españoles en un proceso marcado por la violencia pues uno de los primeros animales introducidos fue el caballo, animal utilizado como recurso para la guerra, y una vez consumada la conquista se introdujeron otros animales, además del caballo, como el ganado vacuno y porcino, ovejas, cabras, bueyes y asnos (García Martínez, 1994, pp. 11-13). La presencia del caballo tuvo un valor muy importante, ya que facilitó la movilidad durante la conquista, empresa que muy probablemente hubiera sido más difícil de alcanzar sin él.

Prescott G. H. (1851) Vaca de castro. Historia de la conquista del Perú: con observaciones sobre la civilización de los incas. Fondo antiguo de la biblioteca de la Universidad de Sevilla

La presencia hispana trajo consigo un importante cambio en la dieta de la población originaria del continente americano. En unos de sus informes a la Corona, Cristóbal Colón solicitaba el envío de ganado, plantas y semillas para mejorar la salud de sus habitantes y con ello su capacidad de producción, además esto traería consigo, afirmaba, la abundancia, ganancias y valor del país conquistado. Las migraciones ganaderas se extendieron a lo largo y ancho de la Nueva España. Según datos de aquella época, se trasladaban desde Querétaro hasta el lago de Chapala 200 mil ovejas, lo cual representó un gran problema para los agricultores debido a los daños que causaban a sus tierras. Por ello, el Cabildo de México solicitó a la Corona española la creación de las “mestas”, las cuales fueron autorizadas en 1537, es decir, organizaciones ganaderas que según la tradición española concedían privilegios importantes a los intereses ganaderos sobre los de agricultores.

Para 1550, el ganado se había multiplicado de tal forma que la población indígena se había familiarizado con el consumo de carne, por lo que muchos pueblos tenían sus propios mataderos de animales. Con respecto a la población blanca y mestiza, existen testimonios que sostienen que el consumo de carne en una sola ciudad era superior al consumo de diez ciudades españolas. Algunas estimaciones calculan que el consumo de carne anual en la Ciudad de México, a principios del siglo XVII, era de 170 mil ovejas, doce mil vacas y 30 mil puercos. El comercio de carne estuvo basado en los excedentes de la producción, y no constituía una actividad nacional importante propiamente dicha, esto debido a que la economía de la Nueva España estuvo constituida no por un mercado nacional, sino por una serie de economías locales y regionales deficientemente conectadas entre sí (Semo, 1980, pp. 33-38, 150-153).

La ganadería continuó siendo una actividad económica relevante tras la guerra de independencia, la cría de ganado estuvo vinculada a la demanda de insumos por parte de la minería, por ello, el impacto se mantuvo a nivel de la conformación de mercados regionales, la inestabilidad política coadyuvó a mantener la actividad ganadera en esa escala aunque una proporción del ganado mayor se criaba en haciendas especializadas con objetivos mercantiles. Fue hacia 1880, en los inicios del porfiriato, que la ganadería adquirió un carácter mercantil más amplio convirtiéndose en una verdadera industria: aumentó el número de cabezas en todo el país, la calidad de los rebaños mejoró notablemente, se transformaron las técnicas utilizadas en la cría de animales y empezaron a exportarse pieles con rendimientos considerables (López Rosado, 1968, pp. 81-84). Sin duda, este crecimiento estuvo vinculado al mercado estadounidense, por lo que el crecimiento ganadero se registró principalmente en los estados del norte de México.

El fin de la Guerra Civil y de la era del pastoreo libre en Estados Unidos significó la búsqueda de nuevas formas para la cría de animales, así como la expansión de fronteras productivas, esto significó la expansión en el norte de México. Aunado a esto, los costos de producción en el país y la disponibilidad de extensos terrenos de pastoreo impulsaron el establecimiento de criadores estadounidenses en territorio nacional. El precio de una cabeza de ganado vacuno en Estados Unidos era de entre 16 y 20 dólares, mientras que en México su precio era de 10 dólares, los dos estados que se especializaron en la cría de ganado vacuno para exportación fueron Chihuahua y Sonora. Para 1906, del total de animales existentes en el primer estado, 57.8% eran ganado vacuno, 8.5% caballar, 14.8% lanar, 9.2% cabrío, y 9.7% correspondía a ganado mular, asnal y porcino. Para el estado de Sonora, 63.5% vacuno, 11.5% caballar, 7.8% cabrío, asnos el 6%, y juntos, mular, lanar y porcino sumaban 11.2% (Lopes, 2008, pp. 865-869). La industria ganadera caminó firmemente de la mano del mercado estadounidense.

La industria lechera progresó en las haciendas cercanas a la Ciudad de México, aunque de manera rudimentaria, la Hacienda de Lechería contaba con un motor de vapor alimentado con combustibles de olotes y pencas secas de maguey. Este sistema existía en unas cuantas haciendas, ya que en su mayoría trabajaba con procedimientos muy antiguos e inadecuados. La falta de capitales era la principal razón de que no existieran buenas especies, establos especiales e higiénicos, y forrajes que hicieran posible una mayor producción. En el último tramo del porfiriato se dio un mayor impulso a la industria lechera al introducir mejores técnicas de explotación e innovaciones realizadas en otros países extranjeros. En 1906 se creó la Mexican National Packing Company, a través de una concesión otorgada por el gobierno federal. Esta compañía se estableció en Uruapan, Michoacán, y fue creada con el objetivo de desarrollar la industria alimenticia del país. La capacidad diaria de esta planta era de 750 cabezas de ganado vacuno, 500 ovejas y 500 cerdos. Se producían jamones, tocino, salchichas, manteca de res y de cerdo, sebo; también las pieles, los cascos, los cuernos y los huesos eran industrializados (López Rosado, 1968, pp. 118-120).

Casasola (1905;1910) Ganadero ordeñando una vaca en un establo. Ciudad de México: Colección Archivo Casasola – Fototeca nacional.

De acuerdo con algunos expertos, la llegada del movimiento revolucionario de 1910 tuvo impactos adversos en la industria ganadera del norte del país. El número de cabezas existentes entre 1910 y 1920 disminuyó en promedio un 50%, además, la revolución introdujo cambios en materia de nacionalización y fragmentación de la propiedad. Hacia 1910 el número de cabezas de ganado vacuno exportadas anualmente de México hacia los Estados Unidos era de poco más de 100 mil, esta cifra alcanzó su punto más alto en 1914, con unas 600 mil cabezas, pero para 1921 no alcanzaron las 15 mil unidades (S. López, 2008, p. 880). La inseguridad y el robo de animales se agregaron a los factores que obstaculizaron el desenvolvimiento de la industria ganadera mexicana. En esta etapa, la ganadería sólo abastece una parte del consumo local. Los productos que se obtenían del ganado eran carne y leche fresca, conservas, salchichonería, queso, mantequilla y crema. De la grasa se fabricaba jabón y aceite vegetal. Esta industria del jabón llegó a ser muy importante, sobre todo en la región de la Comarca Lagunera, con un capital de 5 millones de pesos.

Casasola (1947;1948) Militar sacrifica ganado aftoso. Ciudad de México: Colección Archivo Casasola – Fototeca nacional.

Fue precisamente en el norte del país, en Moctezuma, Sonora, donde comenzó la nueva reorganización de la ganadería en México, creándose la primera asociación ganadera local el 25 de marzo de 1932. En 1946, apareció en Veracruz una enfermedad, la “fiebre aftosa”, que no sólo puso en peligro la ganadería local, sino que se extendió a otros estados del país, provocando grandes pérdidas económicas. Se decretó el sacrificio de todos los animales que se encontraran en las zonas de contagio, y se cerraron las fronteras para la exportación de ganado en pie. Esta crisis se prolongó hasta finales de 1958 durante el sexenio de Adolfo Ruíz Cortines. A partir de entonces, el sector ganadero ha contado con diferentes apoyos gubernamentales y la expedición de leyes y decretos con el objetivo de lograr su fortalecimiento. En los años 1970 y hasta 1982 experimentó un período de auge y crecimiento, posteriormente, desde 1982 y hasta inicios del siglo XXI, se llevó a cabo una transición, transformación, crecimiento y estabilidad (Bolaños Medina, Olguín Prado y Villegas Durán, 2001, pp. 24-26).

Ahora bien, desde la perspectiva de la teoría económica la ganadería es entendida como una actividad que combina los factores de producción (animales, mano de obra, maquinaria y tierra) mediante una determinada técnica, con el fin de producir bienes (leche, carne, huevos, etc.) que son destinados al mercado es, por lo tanto, una unidad de control y de toma de decisiones de la producción animal. La empresa ganadera es una organización cambiante, en un espacio determinado del tiempo esta organización puede ser finita y exclusiva, pero con el paso del tiempo este espacio se puede ampliar o reducir. La planificación y expansión de una empresa ganadera se aborda desde dos enfoques fundamentales:

  1. Teoría tradicional o neoclásica: la empresa funciona en un mercado de competencia perfecta, donde se minimizan costos y se maximizan los beneficios.
  2. Teoría del comportamiento: el comportamiento de una empresa ganadera es consecuencia de una serie de “estímulos”, por lo que se hace necesario su conocimiento interno, y las relaciones con su estructura de organización.

USDA (2017) Farmers market. Washington, DC. Octubre 27. U.S Department of Agriculture.

Existe una función de producción que mide la relación existente entre las necesidades de los distintos factores productivos (tierra, abono, mano de obra, etc.) y las mercancías producidas (carne, leche, lana, etc.) dentro de la actividad de la empresa pecuaria. La función de producción establece la relación insumo-producto, definiendo la cantidad máxima de producto que puede obtenerse para una determinada combinación de factores. Esta función de producción, además de ser una relación matemática entre variables, está enmarcada en un entorno de explotación de las condiciones técnicas reinantes. Cualquier modificación en el proceso productivo como los adelantos tecnológicos, los avances en el conocimiento del sistema de producción, las modificaciones en los factores utilizados o en la coordinación interna entre ellos, modifican esta función (García Martínez, 2000, pp. 2-22).

Bajo esta perspectiva, la ganadería en pleno siglo XXI es una actividad de escala industrial cuya relevancia en el sistema de abasto alimentario es incuestionable. Del mismo modo, la actividad ha tenido un impacto relevante en el medio ambiente desde que se ha masificado. La actividad usa el 30% de la superficie del planeta libre de hielo y se ha convertido en la principal causa de contaminación del suelo y de emisión de residuos a ríos, lagos y zonas costeras en varias partes del mundo. Los desechos emiten gases de efecto invernadero y su puesta en marcha ha transformado por completo el paisaje y reducido la biodiversidad natural en busca de tierras para la siembra de pastos, forrajes, granos e insumos agrícolas (Pérez Espejo, 2008, pp. 219-220).

Palabras relacionadas: economía, agricultura, paisaje

Bibliografía

Delhoume, Jean-Pierre (2005), “Jean-Marc Moriceau, Histoire et géographie de l’élevage français, du Moyen Âge à la Révolution” en Études rurales [En ligne], n. 175-176. DOI: https://doi.org/10.4000/etudesrurales.3265

García Martínez, Antón Rafael (2000), Teoría Económica de la Producción Ganadera, España, Universidad de Córdoba. Disponible en: http://www.uco.es/zootecniaygestion/img/pictorex/14_13_06_Teoria_economica.pdf

García Martínez, Bernardo (1992), “Los Primeros Pasos del Ganado en México” en Relaciones. Estudios de historia y sociedad, vol. XV,  n. 59, pp. 11-44. Disponible en: https://www.colmich.edu.mx/relaciones25/files/revistas/059/BernardoGarciaMartinez.pdf

Lopes, María Aparecida (2008), “Revolución y Ganadería en el Norte de México” en Historia Mexicana, vol. LVII, n. 3, pp. 863-910. Disponible en https://www.redalyc.org/pdf/600/60012795005.pdf

López Rosado, Diego (1968), Historia y Pensamiento Económico de México. Agricultura y Ganadería. Propiedad de la Tierra, México, Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM.

Pérez Espejo, Rosario (2008), “El lado oscuro de la ganadería” en Problemas del desarrollo, vol. 39, n. 154, pp. 217-227. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0301-70362008000300011&lng=es&tlng=es

Rutsch, Mechthild (1980), “Acerca de la Ganadería Capitalista en México” en Nueva Antropología, vol. IV, n. 14, pp. 147-186. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15901409

Saucedo Montemayor, Pedro (1984), Historia de la Ganadería en México, t. I, México, UNAM.

Semo, Enrique (1980), Historia del Capitalismo en México. Los orígenes, 1521-1763, México, Ediciones Era. Disponible en: https://esemo.mx/wp-content/uploads/2020/07/Historia-del-capitalismo-en-M%C3%A9xico.pdf?fbclid=IwAR1lYlz8z8Tf8AGxnmIPsG6Ij3ixX2VrZ3ZEKchhr3m_-6vSuMY28PILwow

Villegas Durán, Gregorio, Bolaños Medina, Arturo y Leonardo, Olguín Prado (2001), La Ganadería en México, México, Instituto de Geografía, UNAM, Plaza y Valdés. Disponible en: http://www.publicaciones.igg.unam.mx/index.php/ig/catalog/view/65/66/199-1

Acerca del autor

Juan Carlos Morales Soto

Es licenciado en Economía por la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en donde defendió la tesis: “El Impacto de la Jubilación en México. El Caso Telmex (2005-2016)”. Es especialista en Historia Económica (2021) por la Facultad de Economía de la UNAM con el ensayo: “El Impacto de la Estancia de Matías Romero en los Estados Unidos en su Proyecto de Reconstrucción de la Hacienda Pública Mexicana, 1868-1872”. Profesor de francés en el CELEX de ESIME Culhuacán, del Instituto Politécnico Nacional de cuya práctica se han derivado traducciones francés-español para la Revista Momento Económico del Instituto de Investigaciones Económica de la UNAM.

Categorías
Historia Agrícola

Cultivo Comercial

Autor: David Adán Vázquez Valenzuela

En esencia, un cultivo comercial es un bien agrícola destinado para ser vendido y no para el autoconsumo. Por tanto, su producción y venta se encuentra orientada a un mercado que puede poseer alcance local, regional o global. Así pues, su obtención y posterior comercialización resulta afectada por cualquier elemento que tenga repercusiones en los espacios económicos de mediano y largo alcance a los que se encuentra vinculado. Debe apuntarse, además, que la literatura académica relaciona a los cultivos comerciales con siembras y cosechas en grandes extensiones, con la aplicación de tecnología y modos de organización basados en la racionalización, con el empleo de mano de obra asalariada y, en no pocos casos con la organización corporativa. Este tipo de commodities alcanzan tal importancia que en no pocas ocasiones han sido relacionados con la tendencia hacia la concentración de la tierra y el monocultivo. Lo cierto es que, a lo largo de siglos, la producción y comercialización de bienes agrícolas se ha sofisticado y complejizado y literalmente ha pasado de métodos rústicos de trabajo y del intercambio con base en el trueque al empleo de alta tecnología y a la especulación en mercados de futuros.

La producción de bienes agrícolas con fines comerciales, como los cereales, data de la antigüedad. No obstante, este tipo de cultivos creció de forma desmedida a partir de la expansión europea en el siglo XVI y se acentuó años más tarde con la urbanización en distintos puntos del mundo. En efecto, la adquisición de nuevas extensiones de tierras con sus propias características climatológicas y de suelo (la dotación de factores) brindó a los comerciantes europeos la oportunidad de plantar, cosechar y comercializar bienes que hasta antes de la colonización europea de América estaban reservados para unos cuantos (véase por ejemplo el caso del azúcar en Mintz, Sweetness and Power, 1985, pp. 3-73). Richard P. Tucker afirma que el primer cultivo comercial que implantaron los colonizadores en el Nuevo Mundo fue la caña de azúcar, lo cual tuvo consecuencias demográficas y sociales bien marcadas principalmente en el Caribe (Tucker, 2000). Las labores en las plantaciones de caña de azúcar, al igual que un poco más tarde en las extensiones dedicadas al tabaco y a la producción de algodón, requirieron el empleo de mano de obra cautiva para su funcionamiento. En otras palabras, demandaron el empleo de miles de esclavos con nulas posibilidades de circular libremente en el mercado laboral.

Richardson, Abby (1881) Picking cotton. The History of our country from its discovery by Columbus to the celebration of the centennial anniversary of its declaration of independence. Boston: Houghton, Mifflin and Company. New York Public Library. (Fotografía) Rcuperada de Flickr: https://www.flickr.com/photos/internetarchivebookimages/14579975507/

La comercialización de bienes agrícolas creció a partir del siglo XIX. La caña de azúcar y el tabaco continuaron siendo importantes, pero otros productos adquirieron preponderancia. Particularmente, la revolución industrial en varias ciudades inglesas y en zonas del noreste estadounidense provocó la expansión del cultivo del algodón lo cual afectó a numerosas localidades del orbe (Beckert, 2015). Para la producción de este bien, se continuó empleando mano de obra esclava en Estados Unidos hasta la década de 1860, aunque a partir de entonces este y otros cultivos sufrieron una transformación en sus formas de organización. En el Sur estadounidense, en particular, el poco entusiasmo de los antiguos esclavos por emplearse como mano de obra asalariada en las plantaciones de algodón después de la Guerra Civil dio paso a la producción de este bien a través del sistema de aparcería. Bajo esta modalidad de trabajo, el dueño de una extensión y un agricultor llegaban a un acuerdo por el cual se cedían insumos y el usufructo de la tierra a cambio de un porcentaje de la cosecha (Pfeffer, Nelson y Havens, 2013, pp. 41-47).

            La aparcería fue la modalidad de trabajo más extendida para producir cultivos comerciales en el sur de Estados Unidos durante el último tercio del siglo XIX, no obstante, en otras zonas surgieron distintas formas de organización productiva. En particular, el aniquilamiento de las poblaciones originarias y la adopción de normas de venta y poblamiento de tierra dio paso a la llamada “granja familiar” en la enorme área del Medio Oeste (Pfeffer, Nelson y Havens, 2013). Ahí predominó la siembra y cosecha de cereales como el trigo, el sorgo y más tarde el maíz cuyos excedentes han estado desde entonces destinados a la venta en mercados distantes.

Stedman, Blake, Holloway, Bartolozzi (1806) Narrative of a five years expedition, against the revolted negroes of Surinam, in Guiana, on the wild coast of South America, from the year 1772, to 1777 : elucidating the history of that country, and describing its productions. London: J. Johnson & Th. Payne. Getty Research Institute. Recuperado de Flickr: https://www.flickr.com/photos/internetarchivebookimages/14728570946/

Pero quizá la mayor transformación que vivió la comercialización de bienes agrícolas fue gracias a la refrigeración. Efectivamente, hasta antes de la década de 1870 algunas de las principales fortunas generadas por la importación de bienes a países como Estados Unidos se daban a partir de la compra de azúcar, café, granos, legumbres y frutos secos (Beckert, 2001). La adopción del contenedor refrigerado, sin embargo, permitió el transporte de productos como el plátano, la piña o los cítricos hacia consumidores distantes lo cual revolucionó a regiones enteras del Pacífico, México, el Caribe, América Central y otras zonas de América Latina. Lo propio ocurrió en lugares tan distantes como Indonesia, Hawái, California, Honduras o Colombia. En pueblos como Bluefields, Nicaragua, las fruteras dominaban casi todos los aspectos de la vida cotidiana local incluyendo la organización política, el comercio de enseres y el abasto de energía (O’Brien, 1996, pp. 46-107).

Chapman´s Old mission Brand (c.1900) Old Mission orange crate label. Estados Unidos: Orange County Archives.

El suroeste estadounidense fue quizá el área que vivió una de las transformaciones más peculiares en esta nueva etapa. En el sur de California, por ejemplo, una vez que se abrió la oportunidad de sembrar y comercializar fruta en mercados distantes los agricultores de ese estado plantaron cientos de hectáreas con productos como cítricos (McWilliams, 1973, pp. 205-226). En esos mismos años comenzó a tener auge la llamada agricultura intensiva, la cual requiere una cantidad considerable de fuerza laboral por unidad de superficie cultivada. Así, en amplias zonas de Estados Unidos –y muy rápidamente de otras regiones del mundo– comenzaron a sembrarse otros cultivos comerciales como la fresa, el apio, la lechuga y la cebolla, los cuales se siembran a ras de tierra y demandan brazos al por mayor en determinadas temporadas del año (McWilliams, 1939). Todos ellos requirieron gran cantidad de otro de los insumos vitales para la obtención de bienes agrícolas: el agua. A partir de las primeras décadas del siglo XX esas zonas atestiguaron también la expansión de amplios sistemas de irrigación (Aboites, 2013;  Worster, 1985).

            México vivió su propia transición durante todas estas etapas. En la época colonial tuvo auge no sólo el cultivo de caña de azúcar al sur de la ciudad de México, sino también el de productos como el maíz o las legumbres en unidades de producción conocidas como haciendas. En ellas, se echaron a andar también prácticas como el endeudamiento para restringir la libre circulación a la movilidad de fuerza de trabajo y se desató una tendencia hacia la concentración de la tierra (el insumo básico de producción agrícola) en pocas manos. Para la segunda mitad del siglo XIX despegó la producción de henequén en la península de Yucatán, así como la extracción de cacao, caucho, guayule y otros productos. Ya entrado el siglo XX creció la siembra de algodón en el norte del país, así como la producción de bienes perecederos en zonas como el valle del Fuerte y el valle del Mayo en el noroeste o la siembra y cosecha de hortalizas en el valle de San Quintín. Y, a pesar de que no todas estas regiones cumplen a cabalidad con las características de la agricultura comercial moderna, sí poseen una importante cantidad de elementos que obligan a considerarlas como tales.

Waite, C.B. (1905) Coffee and Bananas. Rincón Grande de Orizaba, Veracruz. Dallas: DeGoyler Library, Southern Methodist University. (Fotografía) Recuperado de Flickr: https://www.flickr.com/photos/smu_cul_digitalcollections/21604629858/

            A partir de las décadas de 1960 y 1970 comenzó lo que algunos sociólogos denominan la tendencia a la concentración de actividades productivas y de comercialización dentro de la agricultura comercial. Asimismo, amplias zonas dedicadas al cultivo de bienes agrícolas destinados a mercados distantes han adoptado la mecanización, tendiendo a disminuir el número de individuos que emplean. Consecuentemente, la cantidad de pequeños agricultores ha caído de forma drástica y se ha acentuado la integración horizontal y vertical dentro de la industria (véase la disminución del número de granjas en Estados Unidos en el vínculo: http://lib-usda-05.serverfarm.cornell.edu/usda/AgCensusImages/1982/01/51/121/Table-01.pdf). Algunos sociólogos como Howard Newby (1983) han concebido esta transformación como una verdadera crisis y han intentado reflexionar acerca de cómo concebir al espacio rural y a los cultivos comerciales en la época moderna. Han postulado que el vínculo entre algunas zonas del campo y los intereses urbanos se ha estrechado y que a la agricultura comercial no se le puede concebir aislada o totalmente independiente de lo que ocurre en sus mercados de consumo.

Hurd, Dennis (2005) Langley Farm Market. London. (Fotografía) Recuperada de Flickr: https://www.flickr.com/photos/dennissylvesterhurd/3580166484/

            Hay aún más que agregar. Los cultivos comerciales han transformado y en no pocas ocasiones afectado de manera negativa a ecosistemas completos. Gran cantidad de bosques tropicales fueron literalmente destruidos y sustituidos por plantaciones de caña de azúcar, tabaco, café, cacao o henequén. Del mismo modo, la flora nativa de grandes extensiones en sitios como Hawái, Java o Indonesia fue exterminada para dar paso a siembras de árboles frutales, de caucho y caña de azúcar (Tucker, 2000). Lo propio ocurrió en América Central con las plantaciones de plátano o palma, la cual se utiliza como fuente de aceites (se pueden consultar algunos de los principales cultivos del mundo aquí: https://ipad.fas.usda.gov/cropexplorer/Default.aspx). Indudablemente, la historia que trate con la producción de estos bienes tendrá que echar mano no sólo de las herramientas que brinda la economía, sino también la historia ambiental y la demografía, así como investigar la forma en la que han cambiado los hábitos de consumo a partir de su creciente oferta.

Palabras relacionadas: agricultura, plantación, commodity, paisaje.

Algunos vínculos de interés:

Sobre las exportaciones agrícolas en Estados Unidos:

https://www.fas.usda.gov/

Indicadores específicos sobre producción agrícola en el mundo:

http://www.fao.org/faostat/es/#country

Producción agrícola mundial:

https://ourworldindata.org/agricultural-production

https://www.fas.usda.gov/data/world-agricultural-production

https://data.oecd.org/agroutput/crop-production.htm

https://www.fao.org/documents/card/es/c/cb4477en/

The Chicago Mercantile Exchange:

https://www.cmegroup.com/

Organización Internacional del café:

www.ico.org

Universidad Autónoma de Chapingo:

https://www.chapingo.mx

Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo:

www.cimmyt.org

Asociación de Productores de Maíz de Estados Unidos:

https://www.ncga.com/

Foro Mundial Bananero:

https://www.fao.org/world-banana-forum/es/

Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (México):

http://www.secofi-sniim.gob.mx

Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (Argentina):

https://www.magyp.gob.ar/sitio/areas/ss_mercados_agropecuarios/

Sistema de Información sobre Mercados Agrícolas (Banco Mundial):

http://www.amis-outlook.org/

Mecanismo de Apoyo al Financiamiento Agrícola (Banco Mundial):

https://collaboration.worldbank.org/content/sites/collaboration-for-development/en/groups/agrifin.html

Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional:

https://www.cgiar.org/

Centro para la Agricultura Comercial (Universidad de Purdue, Indiana):

https://ag.purdue.edu/commercialag/home/

Proyecto de Desarrollo de la Agricultura Comercial (Banco Mundial):

https://projects.worldbank.org/en/projects-operations/project-detail/P096648

Bibliografía

Aboites, Luis (2013), El norte entre algodones: población, trabajo agrícola y optimismo en México, 1930-1970, México, El Colegio de México.

Beckert, Sven (2015), Empire of Cotton: A Global History, Nueva York, Vintage Books.

Beckert, Sven (2001), The Monied Metropolis: New York City and the Consolidation of the American Bourgeoisie, 1850-1896, Nueva York y Cambridge, Cambridge University Press.

McWilliams, Carey (1939), Factories in the Field, Boston, Little, Brown and Company.

McWilliams, Carey (1973), Southern California: An Island on the Land, Salt Lake City, Peregrine Smith.

Mintz, Sidney, (1985), Sweetness and Power: The Place of Sugar in Modern History, Nueva York, Penguin Books.

Newby, Howard (1983), “The Sociology of Agriculture: Toward a New Rural Sociology” en Annual Review of Sociology, vol. 9, núm. 1, pp. 67-81.

O’Brien, Thomas F., (1996), The Revolutionary Mission: American Enterprise in Latin America, 1900-1945, Nueva Yor y Cambridge, Cambridge University Press.

Pfeffer, Max J., Eduard Nelson, A. Eugene Havens y David Stanfield (2013), “La transformación del capital agrícola estadounidense y las relaciones laborales” en Problemas del desarrollo, vol. 50, núm. 197, pp. 31-76. Disponible en: http://dx.doi.org/10.22201/iiec.20078951e.1984.59.36897

Tucker, Richard P. (2000), Insatiable Appetite: The United States and the Ecological Degradation of the Tropical World, Berkeley y Los Ángeles, University of California Press.

Worster, Donald (1985), Rivers of Empire: Water, Aridity and the Growth of the American West, Nueva York, Pantheon Books.

Acerca del autor

David Adán Vázquez Valenzuela

Es profesor-investigador de tiempo completo en la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila. Se desempeña también como profesor de asignatura en la División de Estudios de Posgrado, Facultad de Economía, UNAM, dentro de la maestría y la especialización en historia económica. Doctor en historia por el Colegio de México, maestro en historia por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y tiene un Bachelor of Arts en historia de la Universidad estatal de California, Los Ángeles de donde se graduó con la distinción Summa cum Laude.

En 2013 su tesis de maestría ganó el premio Salvador Azuela que otorga el Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), así como una mención honorífica en el premio Francisco Javier Clavijero que otorga el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Su tesis de maestría se convirtió en libro y fue nominada al premio William LeoGrande que otorga la American University de Washington, D.C. En 2019, su tesis doctoral ganó nuevamente el premio Salvador Azuela que otorga el INEHRM y obtuvo una mención honorífica en el premio Genaro Estrada que organiza la Secretaría de Relaciones Exteriores.  Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Minnesota (Twin Cities), así como en la Universidad estatal de California, Los Ángeles y en la Biblioteca Huntington de Pasadena.

Categorías
Historia Agrícola

Agricultura

Autor:Juan Carlos Morales Soto

Las palabras en ícola son adjetivos que pertenecen a dos patrones diferentes: el relacional agrícola, ‘relativo a la agricultura’; y el locativo cavernícola ‘que vive en las cavernas’ (Rainer, 2007, pp. 335-336). Además de estos dos patrones, el latín conoció otro que significa ‘que adora o que venera a’, añadiendo el sustantivo base como por ejemplo Christicola (cristiano). Existe otro patrón de uso donde –cola significa ‘que labra, que cultiva’: agricola, vinicola, vitícola (Rainer, 2007, pp. 335-339). Según el mismo Rainer este patrón relacional no proviene de un antecedente latino, sino que, en realidad, este patrón tiene un origen francés, donde el uso adjetival de agricole parece haber sido introducido por los fisiócratas, en la segunda mitad del siglo XVIII, y en cuya teoría económica la agricultura ocupaba el lugar central.

Werner Bayer (2018) Hemel en Aardde-Spookfontein. Hermanus: Creation.(Fotografía) Recuperada de Flickr: https://www.flickr.com/photos/wbayercom/27173089708/

Antes que los fisiócratas Richard Cantillon escribió alrededor de 1730 su Ensayo sobre la Naturaleza del Comercio en General. Esta obra fue publicada en 1755 y en ella se refiere a la agricultura tomando como ejemplo a las provincias del sur de China, en donde la tierra producía arroz hasta tres veces al año y rendía hasta cien veces la semilla, todo ello gracias al cuidado que tienen por la agricultura y por la bondad de la tierra que nunca descansa (Cantillon, 2011, pp. 15-24). Cantillon se convirtió en la base de los posteriores estudios de François Quesnay y los fisiócratas, incluyendo a la tradición clásica con Adam Smith y David Ricardo. William Stanley Jevons llegó a considerar este ensayo como el primer tratado sistemático sobre economía. El concepto de valor intrínseco de Cantillon sirvió a los fisiócratas para definir el concepto de producto neto (produit net).

Bernigeroth, Johamm Martin (1748) Imágen de F. Quesnay. Leipzig: Bibliotea de la Universidad de Leipzig. (Fotografía) Recuperada de Flickr: https://www.flickr.com/photos/ubleipzig/16833570417/

La corriente de los fisiócratas fue fundada por François Quesnay y Víctor Riqueti, Marqués de Mirabeau en 1757. Su objeto de investigación fue el sistema económico francés de mediados del siglo XVIII, en los albores del capitalismo. Claudio Napoleoni (1981, pp.17-30) sostiene que los fisiócratas consideraban que las formas no capitalistas de la agricultura existentes a mediados del siglo XVIII eran una fase de transición hacia formas de desarrollo capitalistas. Dado que la tesis fisiocrática principal es que el excedente sólo es posible dentro de la agricultura, se podría sostener que el capitalismo sólo tendría sentido dentro de un sistema en donde esta era la actividad principal.

El producto neto (produit net) entendido como el excedente del proceso de producción exclusivamente agrícola, significa un acercamiento primitivo a la idea de la generación de riqueza. En esta concepción de los también denominados économistes está ausente una teoría del valor, no obstante, su importancia radica en que con ellos nace la idea del producto neto entendido como excedente y con ello el punto de partida de los estudios de Adam Smith y del pensamiento clásico.

François Quesnay construye su famoso Tableau Économique sobre la base de la teoría del producto neto, y representa el esquema de funcionamiento del sistema económico. En su esquema Quesnay señala que la sociedad está dividida en tres clases, de acuerdo con las actividades económicas que realizan, nótese como la agricultura es entendida por Quesnay como la actividad primordial:

  1. La Clase Productiva comprende a todos los hombres empleados en los trabajos necesarios para obtener los productos de la tierra destinados a la satisfacción de los hombres, la agricultura. Aquí se incluyen arrendatarios capitalistas y asalariados;
  2. La Clase Estéril que la integran aquellos miembros de la sociedad cuya actividad se encuentra al margen de la agricultura, y cuyo trabajo no es productivo sino estéril, ya que no producen riqueza, excedente, como la industria y el comercio;
  3. La Clase Propietaria de tierras que, si bien no desarrolla ninguna actividad económica, recibe en forma de renta de la tierra el equivalente a todo el producto neto atribuible a la tierra. De esta clase forman parte los soberanos, la aristocracia y la Iglesia (Napoleoni, 1981, pp.115-132).

En su Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones de 1776, Adam Smith considera que la agricultura ya no tiene el papel central que tenía con los fisiócratas, y se supedita a la dinámica de la acumulación del capital de la economía como un todo, y esto se debe al cambio sobre la naturaleza del excedente económico que va del trabajo agrícola al trabajo en cuanto tal. Toda la riqueza de las Naciones es fruto del trabajo humano. Ya no es sólo la agricultura la actividad productiva, producto de la fertilidad de la tierra, sino ahora todo trabajo que se supedita a la división del trabajo y su especialización produce un excedente superior a sus costos productivos (Corazza y Martinelli Jr., 2002, p. 16). Sin embargo, la agricultura sigue siendo importante dentro del análisis económico de Adam Smith, al considerar que el trabajo agrícola es más productivo que el realizado en las manufacturas y el comercio. El filósofo y economista escocés señala que la causa principal de los rápidos progresos que hicieron las colonias británicas en América se debió a que se empleó la mayor parte de sus capitales en la agricultura. Los trabajadores agrícolas no sólo producen para su propia subsistencia y para beneficio de sus patrones, sino que además crean una renta para los propietarios de la tierra (Smith, 2017, pp. 331-338).

Viala, P, Ravaz, L (1893) Revue de viticulture: organe de l´agriculture des regions viticoles. Paris: Bureaux de la Revue de Viticulture. University of Ilinois-Champaign. Recuperada de Flickr: https://www.flickr.com/photos/internetarchivebookimages/14595117910/

Sin embargo, a pesar de que el sector agrícola deja de ser el centro dinámico de la economía en la estructura del análisis clásico, el estatus que la agricultura ocupa como productora de alimentos y materias primas para la industria es importante, ya que su comportamiento tiene efectos que afectan a toda la dinámica económica, es decir, la expansión agrícola depende de la demanda de alimentos, motivada tanto por el crecimiento demográfico como por el propio crecimiento económico. Lo fundamental es que este aumento de la demanda de productos agrícolas tiene efectos distributivos sobre las clases sociales, hecho que también afecta la dinámica del propio crecimiento económico (Corazza y Martinelli Jr., 2002, p. 17). La progresiva riqueza y el crecimiento de las ciudades es una consecuencia proporcionada por la mejora y cultivo de los campos en toda sociedad política; el comercio y las manufacturas de las ciudades no fueron efecto, sino causa de las mejoras y progresos del cultivo de los campos. Los rápidos adelantos de las colonias inglesas de América del Norte, apunta Smith, tuvieron su principal apoyo en la agricultura (Smith, 2017, pp. 371-372).

Los trabajadores que se emplean en la agricultura, además de reproducir un valor igual al de su propio consumo, también producen un valor mucho mayor, son los trabajadores agrícolas quienes engendran la reproducción de la renta del terrateniente, y dependiendo de la fertilidad natural de la tierra, será mayor o menor según las facultades productivas de esta. No existe manufactura alguna que contenga el mismo nivel de trabajo productivo que el existente en la agricultura. El capital invertido en la agricultura no sólo moviliza mayor cantidad de trabajo productivo al invertido en las manufacturas, sino que, además -guardando las proporciones- agrega más valor al producto anual de la tierra y del trabajo del país, a la riqueza real y al ingreso de sus habitantes (Napoleoni, 1981, pp. 56, 57).

En sus Principios de Economía Política y Tributación (1817), David Ricardo, comienza definiendo a la economía política como la ciencia que determina la distribución del producto de la tierra, es decir, aquello que se obtiene de su superficie mediante la aplicación aunada del trabajo, de la maquinaria y del capital, -renta, utilidad y salarios-, entre las clases en que la sociedad se haya dividida: el propietario de la tierra, el dueño del capital necesario para su cultivo, y los trabajadores por cuya actividad se cultiva. Con ello, Ricardo, reconoce el carácter plenamente capitalista de la economía y una sociedad dividida en tres clases: trabajadores, propietarios del capital y propietarios de tierras (Ricardo, 1973, p. 5).

En Ricardo, la productividad agrícola también condiciona toda la economía, afectando no sólo el valor de los alimentos y los salarios industriales, sino también las inversiones, las ganancias y el crecimiento del producto nacional. La importancia de la agricultura en el pensamiento de Ricardo es tal que la evolución del producto de la tierra tendrá el poder de determinar no sólo la tendencia del desarrollo económico, sino también la distribución de la riqueza entre las clases sociales. La principal idea de Ricardo era que del beneficio que se forma en la agricultura se desarrolla también el tipo general del beneficio en todo el sistema económico (Napoleoni, 1981, pp. 67-69). De este modo, para David Ricardo el beneficio del capital disminuye simplemente porque no puede obtenerse tierra igualmente apta para producir alimentos, y el grado de disminución de los beneficios y el alza de las rentas depende enteramente del aumento en los gastos de producción al echar a andar tierras con menor fertilidad (Ricardo, 1973, pp. 51-55).

Se puede decir que el modelo económico de Ricardo considera la economía como si se tratara de una gran finca agrícola, dedicada a la producción exclusiva de trigo, aplicando cantidades homogéneas de capital y mano de obra sobre una porción fija de tierra sujeta a rendimientos decrecientes y de la cual se extraía conclusiones generales sobre la dinámica de la economía en su conjunto. Si el precio del grano y de los salarios permanecieran constantes, aún así disminuirían los beneficios y aumentarían las rentas debido a la utilización de más mano de obra en tierras cada vez más lejanas y menos fértiles (Corazza y Martinelli Jr., 2002, p. 19). La comprensión del progreso económico dependía de la comprensión de las fuerzas que influyen en el comportamiento de la tasa de ganancia de la agricultura, que tendía a determinar, a través de los precios de los alimentos y los salarios, la tasa de ganancia de la economía.

A pesar de esto, Ricardo rechazó la visión fisiócrata de que la agricultura era el único sector productivo de la economía. Para él, la primacía de la agricultura no era real, sino sólo analítica, y las conclusiones extraídas de su modelo agrícola podrían ser válidas para toda la economía, ya que el mercado tendería a generalizar el comportamiento de las ganancias en la agricultura y el resto de la economía.

Frank Brothers (1880) Farm and Mill Machinery. Oregon: West Shore, April.(Fotografía) Recuperada de Flickr: https://www.flickr.com/photos/wsl-libdev/15846026975/

En El Capital Karl Marx sostiene que es en el entorno de la agricultura donde la gran industria interviene de la manera más revolucionaria al liquidar al bastión de la antigua sociedad, el “campesino”, sustituyéndolo por el asalariado (Marx, 1987, p. 611). Al momento en que la industria se apodera de la agricultura, disminuye también la demanda de población obrera rural, la cual decrece en la medida en que aumenta la acumulación del capital en esta rama. Así, la agricultura comienza a jugar un papel subordinado al capital industrial, y esta subordinación resulta de la penetración del capitalismo en el campo, que no sólo transforma las formas de propiedad de la tierra, sino también las relaciones laborales y la propia producción agrícola. Y es que, en ninguna otra parte se pone de manifiesto más brutalmente el carácter antagónico de la producción y acumulación capitalistas que en el progreso de la agricultura y en el retroceso del obrero agrícola.

La expropiación de la población rural trajo consigo la incorporación de un mayor número de proletarios a la industria urbana. Pero el menor número de trabajadores agrícolas no disminuyó el rendimiento de la tierra, al contrario, el suelo seguía rindiendo el mismo producto de siempre, o más, porque la revolución en las relaciones de propiedad de la tierra iba acompañada de métodos de cultivo perfeccionados, concentración de los medios de producción, mayor intensidad laboral de los asalariados rurales y, además, la población rural liberada ahora tendría que adquirir sus medios alimentarios del capitalista industrial bajo la forma de salarios y bajo la forma de mercancías en el espacio de intercambio: el mercado (Marx, 1992, pp. 800-933).

A medida que el modo de producción capitalista dominaba la agricultura se pasó de una agricultura de subsistencia familiar a una agricultura capitalista, cuyos productos ya no tienen la naturaleza de simple alimento, sino que se convierten en bienes o medios para producir valores de cambio. La moderna agricultura capitalista empobrece al obrero rural y esquilma la tierra pues cada nuevo paso en el proceso de intensificación de la fertilidad del suelo implicó también un nuevo paso hacia el agotamiento de las fuentes perennes que alimentan la fertilidad. Será a través de la maquinaria que la gran industria proporcione la base de la agricultura capitalista, expropiando radicalmente a la inmensa mayoría de la población del campo y remate con el divorcio entre la agricultura y la industria doméstico-rural. Sólo ella podrá conquistar para el capital industrial todo el mercado interno (Marx, 1992, pp. 935-937).

Viala, P, Ravaz, L (1893) Revue de viticulture: organe de l´agriculture des régions viticoles. Paris: Bureaux de la Revue de Viticulture. University of Ilinois-Champaign. Recuperada de Flickr: https://www.flickr.com/photos/internetarchivebookimages/14595117910/

Después de Marx, los modelos neoclásicos y keynesianos no le dieron a la agricultura gran relevancia teórica. A partir de la década de 1950, el mismo debate se desarrolló en el marco del pensamiento estructuralista de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. La CEPAL ha hecho aportes relevantes para el desarrollo regional y sus teorías y visiones han sido escuchadas en muchos lugares del mundo. La CEPAL es referencia obligada para quienes estudian la historia económica de la región en los últimos tiempos, desde allí Raúl Prébisch señaló tres características de los países no desarrollados:

  1. Cuentan con una elevada proporción de su población laborando en la agricultura y demás ramas de la producción primaria;
  2. Esa misma población trabaja con una técnica primitiva, inferior a la de los países desarrollados;
  3. La tasa de crecimiento de su población era muy elevada.

Las dos primeras características tenían una estrecha relación. Si existía un alto porcentaje de población laborando en actividades primarias era debido a la utilización de técnicas primitivas. Como parte de la solución a este problema Prebisch apuntaba hacía el gradual incremento de la técnica productiva moderna en la agricultura y aumentar con ello la productividad del sector, lo que a su vez traería como consecuencia la progresiva reducción de la población que trabajaba en la agricultura. Al mismo tiempo, este desplazamiento de la población activa del sector primario significaba la necesidad de crear un proceso de industrialización en los países no desarrollados. ¿Qué sentido tendría el progreso técnico en la agricultura si la gente así desplazada por ese progreso técnico no pudiera emplearse en otras actividades productivas? Por lo que la industrialización de la periferia ya no se plantea como una elección, sino como una necesidad imperiosa del proceso de desarrollo de un país (Prebisch, 1951, 4-10).

Palabras relacionadas: cultivo comercial, región, pensamiento clásico

Vínculos de interés:

Datos de agricultura en México:

https://www.inegi.org.mx/temas/agricultura/

Datos de agricultura a nivel mundial:

https://wmich.edu/globalstudies/world-agricultural-production

https://www.worldbank.org/en/topic/agriculture/overview

Bibliografía

Cantillon, Richard. (1755). Essai sur la Nature du Commerce en Général, pdf. Institut Coppet, Paris, décembre 2011. Versión electrónica: www.institutcoppet.org, https://www.institutcoppet.org/wp-content/uploads/2011/12/Essai-sur-la-nature-du-commerce-en-gener-Richard-Cantillon.pdf

Corazza, Gentil y Martinelli, Orlando Jr. (2002). Agricultura e Questão Agrária na História do Pensamento Econômico. In: Revista Teoria e Evidência Econômica, v. 10, n 19. Passo Fundo, 2002. Versión electrónica: http://cepeac.upf.br/download/rev_n19_2002_art1.pdf

David Ricardo. (1817). Principios de Economía Política y Tributación. Segunda reimpresión, 1973. Fondo de Cultura Económica. México, D.F.

Marx, Karl. (1867). El Capital, Tomo I/Vol.2, Libro Primero. El Proceso de Producción del Capital. Decimotercera edición en español, 1987. Siglo XXI editores. México.

Marx, Karl. (1867). El Capital, Tomo I/Vol.3, Libro Primero. El Proceso de Producción del Capital. Decimoquinta edición en español, 1992. Siglo XXI editores. México.

Napoleoni, Claudio. (1973). Fisiocracia, Smith, Ricardo, Marx. Segunda edición en lengua castellana. Libros de economía, Oikos 23. Oikos-tau, S.A. ediciones. Barcelona, España.

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Acerca del autor

Juan Carlos Morales Soto

Es licenciado en Economía por la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en donde defendió la tesis: “El Impacto de la Jubilación en México. El Caso Telmex (2005-2016)”. Es especialista en Historia Económica (2021) por la Facultad de Economía de la UNAM con el ensayo: “El Impacto de la Estancia de Matías Romero en los Estados Unidos en su Proyecto de Reconstrucción de la Hacienda Pública Mexicana, 1868-1872”. Profesor de francés en el CELEX de ESIME Culhuacán, del Instituto Politécnico Nacional de cuya práctica se han derivado traducciones francés-español para la Revista Momento Económico del Instituto de Investigaciones Económica de la UNAM.